Entrevista a Galo Ghigliotto

Los libros como armas

Vivian Lavín conversó con el fundador de editorial Cuneta, Galo Ghigliotto, quien contó su experiencia como editor y activista del libro en Chile.

Galo Ghigliotto es poeta, eso es lo que lo llevó a él a las letras, es narrador, es editor, y Cuneta es esta editorial independiente que fundara el año 2009 junto a Arturo Aguilera, artista visual y diseñador. Con editorial Cuneta, lo que ha sucedido en el mundo editorial es mucho más que un sello que puede contar sus títulos en 50 o 60 libros. En realidad, acá hubo una fuerza muy interesante porque se fundó La Furia del Libro, una de las asociaciones gremiales que ha venido a remecer y a desequilibrar lo que, por más de una década, estuvo muy cómodo: el escenario gremial del libro en nuestro país. Así es como, hasta el día de hoy, están siempre dando una voz importante porque son esas novísimas letras chilenas, novísimos editores que están publicando con una pasión que hace muchos años no se veía en nuestro país.

Galo Ghigliotto, bienvenido a Vuelan las Plumas.

Gracias por la invitación.

Galo, yo decía que primero poeta. Yo estuve leyendo y sí, libros como Valdivia, Bonnie and Clyde, Aeropuerto, Maleza, son algunos de tus poemarios y novelas, además de la antología A cada rato el fin del mundo. De todo eso ¿dónde te sientes mejor?

Bueno, últimamente he estado trabajando más fuerte la narrativa, de hecho, a fines de este año publicaré una novela,  pero igual hace poco publiqué un nuevo poemario que se llama Monosuper, que es un trabajo que estaba terminado desde 2011.

La escritura significa mucho tiempo, mucha dedicación y tú has multiplicado tu trabajo en el mundo de las letras porque pasaste de integrar un eslabón a cinco o seis de una vez cuando, con Arturo, decidieron fundar editorial Cuneta y, a partir de entonces, hacer esa Furia. Hoy día, como editor y activista del libro ¿cómo te sientes?

Bueno, la verdad es que me siento muy bien porque me he dado cuenta de lo que hemos hecho en los últimos años ha tenido repercusiones importantes en el quehacer literario de Chile. En mi caso, yo empiezo como autor. Empiezo como muchos autores que tenían un poemario impublicado e impublicable porque, en ese momento, no existían casas editoriales que los pudieran recibir y de ahí nace el ímpetu de crear una editorial que pudiera publicar tanto los libros propios como los libros de los amigos que uno había leído o que había escuchado en lecturas de poesía y que le parecían maravillosos pero que no tenían recepción en ningún lugar. Paralelamente, se fueron fundando varios proyectos editoriales. La primera editorial que armé se llamaba Mantra, luego participé en Das Kapital y luego, en 2009, con Arturo armamos Cuneta.  Ese mismo año, también, fundamos la Furia del Libro como una iniciativa que parte de otro proyecto que teníamos que era una distribuidora de libros independientes donde tratábamos de meter estos libros objetos, estos libros de poesía, en las grandes librerías sin mucho éxito la verdad. Ahí nace esta iniciativa que, luego, concitó la atención de otros editores que se sumaron y bueno, de ahí, la historia es un poco conocida. Pero decía que me siento bien porque hace poco estuve en España. Me tocó asistir a la fiesta de San Jordi, en Barcelona, y me di cuenta de que en ese país está muy complicado todo en el tema literario, o sea, en el tema editorial más bien, porque hay una dependencia muy fuerte del mercado. Autores que tienen libros no puede publicar porque está la amenaza del mercado, que se cierne sobre las editoriales, y el mundo editorial es un poco menos variado que aquí en Chile porque existen editoriales que son grandes editoriales, luego, editoriales que son medianas pero que, en realidad, responden a intereses lucrativos y, luego, están las editoriales muy pequeñas que hacen tirajes mínimos sin distribución en librerías. En cambio, aquí en Chile, nosotros logramos tener editoriales que están en un punto medio, que tienen un tiraje un poco más grande, que no son negocio de inversionistas y que sí están en librerías.

Interesante lo que tú estás diciendo porque, claramente, el gran mercado del libro en castellano es el español y es el que mueve, el que dirige la orquesta. Desde allá hay una batuta que va señalando y tocando con una varita mágica qué autores y de qué país contando a México, por cierto. Y esa relación ha ido cambiando cuando tenemos las expresiones que han ido naciendo en los propios países y, específicamente, aquí en Chile. ¿Cómo entiendes tú que, con el nivel de lectura que hay en nuestro país, tengamos, en este momento, cuatro asociaciones gremiales que quieran velar por la lectura en Chile? Porque hay algunas que se han llamado de esa manera y son nada menos que las trasnacionales.

Bueno, en ese caso creo que es importante aclarar qué es una editorial independiente, que es una discusión que siempre toma unas vueltas insospechadas. Para mí, una editorial independiente es aquella en la que un editor o un grupo de editores decide montar un proyecto editorial para publicar libros que les parecen deberían existir y haciendo todos los esfuerzos para que esos libros existan y circulen. Bueno, en el caso de las editoriales independientes o micro editoriales, como también han llamado a las que se agrupan alrededor de la Furia y de la Cooperativa de editores de la furia, son editoriales que están publicando, principalmente, autores jóvenes y, en ese sentido también, son editoriales que están funcionando como una especie de semillero ya que luego de que han publicado libros en estas editoriales y han demostrado un éxito o un reconocimiento más amplio, llegan las editoriales trasnacionales y toman a esos autores y los integran a su catálogo. Es un fenómeno que se está dando mucho.

Vamos a la ecuación “lectores y preocupación por la lectura” o esta efervescencia en el gremio de los libros y editoriales en Chile.

Hoy día, justamente, conversaba con un amigo de esto. Estábamos tratando de entender un poco cuál era el fenómeno, de a dónde salen estos lectores, porque se da muchas veces que nosotros publicamos, por ejemplo, el año pasado publicamos la novela Nancy de Bruno Lloret. Bruno es un autor que tiene 25 años, Nancy era su primera novela y el tiraje completo – nosotros hacemos un primer tiraje de 700 ejemplares- se agotó ahora. De hecho, no te pude traer un libro porque está completamente agotado en menos de un año

¡Eso es rapidísimo!

Muy rápido para un autor tan nuevo. El libro fue un fenómeno, también, porque nunca había visto que toda la crítica chilena estuviera de acuerdo en que se trataba de un libro genial, lo cual me parece sorprendente porque ya no hay duda. Sin embargo, nosotros tenemos una salida de 700 ejemplares y no de diez mil, como sucede con primeras obras. Me imagino que Isabel Allende venderá mucho más que eso pero, claro, se trata de un tema de difusión, donde nosotros estamos apostando por estos autores que no los conoce nadie, que están recién empezando a dar su voz y creo que el fenómeno de dónde salen esos autores tiene que ver, también, con una explosión de los medios alternativos; es decir, internet, Facebook, las redes sociales, que sirven como medio para dar a conocer otro contenido, y no estamos supeditados a la voluntad de los medios tradicionales, como los periódicos, que, en muchos casos, no abren la puerta para estas publicaciones. Aunque, la verdad, ya no puedo decir que no abren la puerta porque lo cierto es que ahora sí lo hacen pero hace cinco años atrás si nosotros, como editorial nueva, publicábamos un libro de un autor nuevo, era muy difícil que tuviera una reseña en un periódico. Ahora ya es natural, vamos entrando cada vez más y vamos ocupando esos espacios. Pero sí creo que, en particular a nosotros con Cuneta y con la Furia del Libro, la feria que hacemos cada diciembre, nos hemos dado cuenta que las redes sociales son una fuente de público importante. El año pasado, por primera vez para la Furia, optamos por hacer un anuncio en Facebook que nos significó casi la duplicación de la cantidad de “me gusta” en nuestra página y se reflejó, también, en una enorme cantidad de público que llegó a la feria y creo que, claro, la gente tiene otros medios ahora para darse por enterada de lo que está sucediendo en el ámbito literario.

¿Tú crees que el mercado chileno da para cuatro asociaciones gremiales?

Yo creo que no. Si lo pensamos en términos netamente de mercado, creo que no.

Con un mercado que es de alrededor de 250 millones de dólares como estaría establecido. Así por lo menos lo señalaba Juan Carlos Sáez en una ponencia sobre un estudio que realizó en torno al libro en Chile, ese es el volumen de mercado. Ahora, claro, es bastante dinero y uno puede pensar que sí pero, en realidad, si uno ve lo que hay adentro y empieza a desglosar ve que gran parte de eso son los textos de estudio.

Exacto. Ese es un punto importante que habría que distinguir porque si hablamos de libros entran los libros de cocina, entran los libros de Sudoku, entra todo. O sea, todo lo que tenga lomo y hojas entra dentro de ese número y, por lo mismo, creo que también tenemos que dividir la pregunta: el mercado de literatura y el mercado de libros, pues son cosas diferentes. Y yo creo que en cuanto a lo que es la lectura en sí es muy difícil saber. De hecho, primera vez que yo escucho un número en cuanto a transacción monetaria al año de libros, o sea, nunca antes había encontrado un dato semejante. Pero creo que, para nosotros, es muy difícil tener una estimación así porque a pesar de que algunos gremios tratan de recoger esa información, es complejo que las empresas editoriales brinden una información fidedigna y exacta porque siempre son cantidades muy variables.

Galo, a propósito de eso, la Furia pareciera ser, de las otras tres asociaciones gremiales (Editores independientes, Cámara Chilena del Libro y Corporación del libro y la lectura), la única que no se alimenta o no se sustenta a partir de las compras del Estado ¿me equivoco?

No te equivocas. De hecho, hay una investigación que hicieron las sociólogas Lorena Fuentes y Pierina Ferretti sobre el comportamiento de las editoriales independientes y, sorprendentemente, salió que el porcentaje de editoriales que no depende de las compras y de los fondos concursables, en la caso de la Cooperativa, son mayoritarias, alrededor de un 89 por ciento. También creo que hay una diferencia importante entre las editoriales que agrupa la Cooperativa de Editores de la Furia y por lo cual nos hemos ganado distintos motes, y es que nuestras editoriales, en la mayoría de los casos, no se ven a sí mismas como un medio se subsistencia ni como un trabajo del cual subsistir. La mayoría de los editores son profesionales que tienen un trabajo para comer y, en realidad, la editorial es como una extensión y que responde más a un interés.

El oficio lateral, como diría nuestra querida Gabriela Mistral. Galo, tú trajiste algunos libros y me gustaría nombrarlos. De Luis Barrales, a propósito de dramaturgia, del día del teatro, Hecho bolsa, que tiene que ver con su faceta de columnista del extinto diario La Nación Domingo; Pseudo de Romain Gary, es una traducción de Juan Pablo Pizarro con un prólogo tuyo; y, de Eduardo de Gortary, Los suburbios. Estos dos últimos ¿de qué corte son?

Pseudo es una novela de Romain Gary. Gary era un autor francés que tiene la particularidad de ser el único que se ganó dos Goncourt y aquí explica un poco todo el escándalo que hubo alrededor; y Eduardo de Gortari es un autor mexicano que narra, en su novela, la vida en los suburbios de un México un poco previo a la violencia desatada del narcoestado actual.

Tú has convocado a nombres como Alejandra Costamagna, que también comenzó a ser parte de tu comité editorial; Marcelo Mellado, un César Aira, un Roberto Echavarren y Mario Bellatín en México. A ellos los has ido agrupando en distintas colecciones. A Carmen Berenguer y Elvira Hernández, entre los chilenos en poesía, y un francés como Bernard Noël o John Landry de Estados Unidos. Estamos hablando, entonces,  de un oficio editorial bastante más exquisito que lo que tú decías al comienzo con “esto es una editorial para dar voz a nuevos autores…” ¿Cómo se ha ido dando esta evolución?

Sí, el tema es que hay que referirse al nombre de la editorial que es Cuneta y que, por supuesto, refiere a los libros pirata. En un principio teníamos la idea, con Arturo, de hacer libros sin pagar derechos de autor, o sea,  de frentón queríamos piratear libros con un diseño propio y con una impresión nuestra y ponerlos ahí y venderlos en la cuenta, con pasamontañas y todo eso. Ese era el plan editorial inicial.

Hay que decir que el eslogan de editorial Cuneta es “nuestros libros son nuestras armas”

Exacto y por eso el logo tiene un pasamontaña. Y, finalmente, ¿qué sucedió? Arturo tenía un gran talento para hacer libros y empezó a llamar la atención de los autores y luego ellos nos ofrecían sus textos porque les encantaba lo bonito que eran los libros y así, de a poco, fuimos conquistando autores gracias a la belleza de los libros. Por ejemplo, César Aira. Nos reunimos con él, yo le mostré los libros que teníamos y los encontró tan lindos que al día siguiente nos envió un texto porque quería ver un libro suyo publicado en nuestra editorial. Y así lo mismo nos pasó con Mario Bellatín y con otros con los que, de a poco, se ha ido conformando un catálogo que llama la atención por sí mismo, tanto de los lectores como de autores. Hay otra cosa también y es que creo que siempre, cuando uno tiene una editorial chica, como es Cuneta, y no tiene  los recursos ilimitados como para sacar muchos títulos al año, tiene que seleccionar con mucho cuidado porque, si bien es cierto, nuestro objetivo no es ganar dinero con esto, sí nos gustaría que la editorial fuera autosustentable y pueda empezar a financiar sus propios libros y para eso, de todos modos, tenemos que hacer títulos que sean interesantes para los lectores.

Galo, el presidente de la Cooperativa de Editores de la Furia, Marcelo Montecinos, nos decía hace un par de semana atrás que ustedes no iban a la Feria del Libro de Santiago ¿eso es definitivo?

Orden de partido, sí.

La idea, entonces, es participar en la Furia y darle importancia a su propia feria.

Sí. Tiene que ver, también, desde mi punto de vista personal, con que la FILSA es un monstruo en el sentido de que es una feria enorme, larguísima y, lo mismo, nosotros como editores del oficio paralelo, a veces no tenemos las facilidades para trabajar en otras cosas ahí. O sea, tengo muchos amigos, colegas, que no logran conectarse a internet y no pueden, por lo tanto, responder un correo, que es algo muy básico. Por supuesto, tampoco tenemos recursos para contratar vendedores. Entonces, sí se nos dificulta el tema. Y lo otro, en relación a lo que son nuestras ferias, es decir: la feria del Malón del libro que se realiza en julio, la Primavera del libro que es organizada por Editores de Chile y que se realiza en octubre, y la Furia del Libro que es nuestra feria, que nosotros organizamos, son ferias que funcionan de manera muy diferente porque son cortas, cuatro días máximo cada una, con un público que es nuestro público, es decir; que llegan personas que vienen a buscar nuestros libros o que saben perfectamente a lo que van y, por lo tanto, a nosotros nos es mucho más lógico participar en ferias así que en ferias que, en realidad, no están hechas a nuestra medida, como es la FILSA.

Quiero agradecerte esta conversación que es parte de un ciclo que estamos realizando en torno al libro y la industria editorial de nuestro país y tú, como ya lo decía, integras varios de esos eslabones. Te felicitamos, desde ya, por tu trabajo y te agradezco toda la fuerza, esa furia de irrumpir en una escena a  la que le hace falta letras valientes y personas que tengan la decisión de dar una voz y dar una lucha, porque esta es la lucha cultural a ese cerco que se nos impone desde el poder.