Entrevista a Marco Antonio Coloma

La vocación de un editor

El editor Marco Antonio Coloma conversó con Vivian Lavín sobre lo que significa ser editor en nuestro país y su mirada de la industrial editorial en Chile.

 Marco Antonio Coloma es un editor y tengo acá información de que estudió también Ingeniería, además de literatura. Dirige los sellos editoriales Frasis y Cierto Pez, también mantiene el blog material ligero (www.material-ligero.cl) donde va exponiendo sus puntos de vista. Él ha sido uno de los grandes adalides  de la lucha contra el impuesto, IVA. Este impuesto al valor agregado que se carga a los libros en nuestro país como si fuese cualquier otro producto a la venta en el mercado. En el ciclo que estamos realizando en torno a lo que es la cadena del libro en nuestro país nos complace tenerlo en el estudio para poder conversar sobre esos eslabones que él representa.

Bienvenido, Marco Antonio, a Vuelan las Plumas ¿cómo estás?

Bien, gracias Vivian por la invitación.

Hablemos, primero, de lo que significa tu propia empresa. Digo empresa desde el punto de vista de esta iniciativa, de emprender y querer convertirte en un editor de libros de dramaturgia.

Sí, bueno, yo estudié literatura en la Universidad de Chile y tenía una vocación por los libros desde pequeño y que terminó por desembocar en el oficio editorial. La verdad es que no lo busqué mucho pero siempre estuve vinculado a los libros de algún modo. Tú recuerdas el dato de que estudié Ingeniería y claro, efectivamente, cuando salí del colegio estudié Ingeniería y a los pocos años hice crisis y terminé estudiando literatura en la Universidad de Chile. De ahí en adelante perseguí una vocación que siempre estuvo vinculada a los libros y que terminó por definirse en un oficio que es el oficio editorial. Formé dos sellos que tuvieron un pequeño catálogo cada uno, especialmente uno que se llamó Cierto Pez y que tiene una colección de dramaturgia que alcanzó 12 a 13 títulos y que han quedado stand by porque me he dedicado a los servicios editoriales y he sido un editor arrendado, digamos, en los últimos años. He trabajado para universidades y para otras editoriales.

No suena muy bien eso de “editor arrendado”.

Sí, digamos que he prestado servicios.

A Cierto Pez lo recordamos todos quienes todavía tenemos los libros ahí, en nuestra sección de dramaturgia, en nuestras bibliotecas, se caracterizaba por ser un gesto en un medio donde no había una edición de la dramaturgia y de nombres que estaban solamente en las tablas.

Claro que sí. Fue un momento en que los dramaturgos no se imaginaban publicar o eran muy escasos los que publicaban. Eran las “vacas sagradas” las que publicaban colecciones de obras en libros grandotes pero esto de sacar dos o tres obras en un librito pequeño, prologado por alguien y que además tenía un postfacio, un post scriptum de cada uno de los autores… Y para estos autores, en realidad, la perspectiva de publicar un libro no estaba dentro de su horizonte. Entonces, claro, había que hacer un trabajo de no solamente publicar el libro sino también como de decir: “Sí, es posible publicar y esto se hace de esta manera”. Muchos trabajaban las obras colectivamente, entonces, la autoría se iba como disolviendo en el trabajo grupal. Me pasó, por ejemplo, con la Manuela Infante y su famosa obra Prat en ese tiempo.

Muy polémica porque fue censurada desde el gobierno lo que significó, también, la salida de Nivia Palma cuando estaba en el  Fondart.

Exactamente, un momento histórico de crisis institucional producto de un hecho que conmocionó la vida cultural. Y bueno, publicamos la obra. Efectivamente, tenía ciertas diferencias con respecto a la puesta en escena pero eran propias del trabajo autoral de los dramaturgos que no estaban acostumbrados a pensar en publicar un libro o plasmar en esto esa obra que habían compuesto sobre los ensayos. También había otros autores que estaban perfectamente conscientes del trabajo del texto, entonces, estaban preocupados de cada una de las palabras, de cada una de las comas y no había mucho qué hacer ahí pero había otros que escribían para la escena y, por lo tanto, no tenían en perspectiva el texto como soporte.

En esa conversación, que tiene mucho de negociación en el sentido de que es ir adecuándose, poniéndose de acuerdo en torno a un trabajo, me imagino que para ti tiene que haber sido complicado cuando muchos de ellos te preguntaban: “Bueno ¿y tú qué eres, quién eres, qué estudiaste para hacer este libro?” Y claro, tú tenías que empezar a decir: “Mira, yo estudié literatura y he hecho esto y esto” pero “editor” así como con el cartón de editor, no. Tú eres una persona que se fue formando, como la mayoría de los editores de nuestro país hasta ahora, en parte porque ya hay un Magister en la Universidad Diego Portales y creo que hay otras universidades que están formando a editores. ¿Cuáles son las diferencias? ¿Tú crees que el editor “se hace o se nace”? ¿Crees tú que es importante la profesionalización de este oficio?

Sí, por supuesto. Históricamente se trata de un oficio, no es una profesión, se trata de un oficio que uno va aprendiendo con la práctica. En general, los editores surgen al alero de otros editores y sus escuelas son el ejercicio editorial en casas editoriales dirigidas por otros que ya han hecho el trabajo de aprender cómo se hacen bien los libros. Ahora, por supuesto, han surgido en el tiempo programas de edición, el Magister de edición es el único magister de edición que tenemos en Chile, es decir, la UDP también dicta un diplomado y también hay otros diplomados y, por supuesto, también es una forma de ingresar al oficio. Muchas veces hacer el Magister de edición es, básicamente, certificar los conocimientos que las personas ya tienen o vienen teniendo con un ejercicio en la práctica pero, claro, sí certifica el conocimiento pero es un oficio que se aprende metiendo las manos en la masa, históricamente ha sido así. Por supuesto que lo que hacen los programas institucionales es crear redes, ponen a los egresados en un cierto circuito y quienes también aceptan o le dan crédito a estos programas consiguen personal que tiene algún grado de certificación en la universidad pero siempre ha sido, el oficio editorial, un oficio y se aprende…

¿Tú crees que hay una industria del libro que debiera fortalecerse a partir de todos estos oficios?

Sí, por supuesto, la profesionalización de la industria parte por el diseño de currículum académicos que permitan ir perfeccionando a los distintos agentes de la industria, no solamente a los editores sino que también a los críticos literarios, a quienes legitiman la industria y todos sus aspectos.

Tocaste un eslabón sensible: la crítica, que en nuestro país es bastante escasa y cuando no escasa, poco influyente. Tiene varios bemoles. Quería preguntarle a Marco Antonio Coloma, editor ¿con qué industria del libro latinoamericana o mundial suspira?

No sé… Todos estimamos que la industria alemana es una cosa grandiosa porque el mercado es pequeño y la cantidad de lectores gigante y esa combinación de muchos lectores en un mercado pequeño hace que la cuestión sea muy virtuosa, pero no sé. Suspiro, en realidad, con libros, fundamentalmente con libros bien hechos y todas las industrias tienen libros bien hechos, y todas las industrias tienen buenas prácticas. Pero sí, por supuesto, todos quisiéramos que tuviésemos mejores lectores, más lectores y que tuviéramos más y mejores libros circulando en las librerías.

Bueno, tú estuviste a la cabeza de una campaña en torno al IVA de los libros, tú decías: “Libros sin IVA”. Sin embargo, en el gremio hay cierto consenso de que, en realidad, el IVA le sirve en parte y lo que se busca es un IVA rebajado, llegar a un cinco, a un cuatro por cierto.  En este caso, hoy día ¿tu posición ha variado? ¿Sigues por quitarle el IVA absoluto a los libros? Además, me gustaría que explicaras de qué manera, cómo esto del IVA termina siendo el cuchillo que se le clava en el corazón al libro.

Sobre lo primero, yo, en lo personal, siempre he sido partidario de un IVA diferenciado lo que pasa es que la campaña quiere llamar la atención porque, en general, en los países de América Latina, la abrumadora mayoría – como decía un ex presidente- tiene un IVA cero. Por lo tanto, “libros sin IVA” quiere llamar la atención sobre un hecho evidente que es que casi un quinto del valor que pagamos por el libro es impuesto. Ahora, yo creo que el IVA cero podría ser, eventualmente, una medida que permita la evasión tributaria y creo que habría que regularla, o sea, se regularía mucho mejor con un IVA diferenciado en torno al cuatro o al cinco por ciento como tienen muchos países europeos que, en general, tienen tasas diferenciadas para distintos productos. Nosotros, lo que pasa con nuestro sistema tributario es que tenemos una tasa para todo, por lo tanto,  poner el IVA por fuera sería, eventualmente, sacarlo del régimen tributario del 19 por ciento porque no tenemos la posibilidad de colocarlo en un cuatro o en un cinco por ciento que vendría siendo lo más sensato a mi juicio. Pero eso abriría la puerta -y este es el gran “pero” institucional para no tomar una medida como esta- para que otros productos…

Que son también de primera necesidad como el pan, qué sé yo…

Claro y solicitaran, también, una tasa diferenciada.

Pero hay otros productos de primerísima necesidad que no tienen IVA como, por ejemplo, las entradas al estadio, los recitales de música. Entonces, eso parece que es mucho más importante que el pan o los libros en Chile

Sí, lo que pasa es que ahí hay vacíos porque los espectáculos musicales se acogen a eventos culturales por lo tanto solicitan una exención tributaria al Ministerio de Educación y hacen un trámite y las entradas las venden, luego, sin IVA. Lo mismo que pasa en las obras de teatro. Las obras de teatro deberían pagar un impuesto pero en realidad todas las obras, o la inmensa mayoría de las obras, se acogen o solicitan al Ministerio de Educación una exención tributaria.

¿Y el fútbol, Marco Antonio?

El fútbol, lo desconozco la verdad.

Está en el centro de nuestra cultura.

¿Sí? Puede ser que también estén exentos de impuesto los tickets de entradas al fútbol. No me extrañaría. Hay muchos otros productos o servicios que se acogen a exenciones tributarias pero son excepciones. No hay regímenes especiales.

A lo que voy es que es un argumento muy débil porque ya hay excepciones y lo que a uno le gustaría, para quienes estamos en el mundo del libro, es que esta excepción también, por cierto, que se diera con respecto a la lectura que es lo más importante porque lo que produce son las lecturas.

Por supuesto y no solamente la lectura sino la formación de las personas. Si quieres estudiar cualquier cosa hoy día necesitas una biblioteca. Si quieres entrar a cualquier universidad, por más informatizada que esté la formación de esas personas, necesitan una biblioteca. Las universidades siguen teniendo bibliotecas.

Pero pareciera que bastante…

¿Mermadas?

Sí, claro, bastante débiles.

Sí, hay algunas universidades que tienen unas bibliotecas vergonzosas pero, en general, el proceso de formación de las personas sigue pasando por los libros, estudies literatura o estudies medicina, los procesos de formación de esas personas siguen pasando por material bibliográfico. Por lo tanto, no solamente se trata de la lectura o el placer sino también de la formación de las personas, en términos de su formación universitaria, que puedan acceder a bibliotecas y que estas estén bien surtidas y que también puedan acceder, por la vía del mercado, a los libros que necesitan leer o los libros que necesitan regalar o los libros que necesitan que los niños lean, etcétera.

Bueno, respecto a la  edición universitaria ¿cómo la calificarías tú? ¿Crees que nuestro país podría convertirse en un punto diferenciador, que nosotros podríamos destacarnos debido a la buena educación que hay en algunas universidades, que pudieran producir buenos libros como para ser distinguidos en el resto de Latinoamérica? ¿Crees que hay alguna posibilidad, ventana, oportunidad?

Es curioso. Yo creo que en Chile tenemos a la editorial universitaria que es, tal vez, la más conocida en América Latina, que es Ediciones UDP, no solamente en América Latina sino que en España, es un bastión de la edición universitaria en el mercado de la lengua española. Hay cosas similares pero Ediciones UDP realmente ocupa un lugar muy importante.

Bueno, para qué decir, también, la Editorial Universitaria que tiene un fondo editorial pero envidiable.

Por supuesto. Exactamente, que tiene varias decenas de años de historia, además. Y estos ejemplos contrastan con lo que hace el resto de las universidades que, en general, publican pocas cosas, dedican algunos recursos a la edición de revistas universitarias, pero que todavía no entienden que hay una pelea cultural y simbólica que se tiene que dar por la vía de los libros también. Probablemente hay algunas, muy pocas, que lo han entendido así. Entonces, no es una prioridad para las editoriales universitarias. Sin embargo, sí lo hacen, publican muchos libros, en calidades muy diversas pero aún les cuesta ocupar un espacio en el mercado y una presencia en la plaza pública.