Entrevista a Andrés Gallardo

La nueva provincia

Fue el terremoto de Chillán, la negra noche del 24 de enero de 1939, el que removió el espíritu del joven Gaspar Cifuentes sobre la situación de abandono en la que estaba su natal Coelemu. La desidia de las autoridades frente a esa tragedia, hizo que naciera en él, un telúrico llamado a convertirse en el constructor de un nuevo y prometedor futuro para su querido pueblo natal.

Los invitamos a escuchar este audio de la conversación que sostuvo Andrés Gallardo con Vivian Lavín en el estudio de Vuelan las Plumas.

Heridos en su infortunio, pero henchidos de dignidad coelemana, Gaspar Cifuentes, junto a sus compañeros de ruta, Meneses y Baltasar Plasencia, hicieron un juramento, como el que se había producido entre un O´Higgins y un San Martín, los próceres de la Independencia de Chile, siglos atrás... : "Tres copas alzadas con serena decisión hacia la historia fueron las que cimentaron con solidez granítica el nacimiento de la Nueva Provincia en una noche igual a aquella en que, dos siglos antes, un grupo de patriotas dejó germinar en sus almas la semilla de la Patria Libre".

¿Cómo se llegó a un momento de tanta solemnidad y compromiso?

Antes del brindis fundacional, y quien, años más tarde, se convirtiera en el alcalde Gaspar Cifuentes, dijo en un tono serio y trascendental: "Señores, basta ya de la prepotencia penquista, basta ya de cantos de sirena chillanejos; ya tenemos más que suficiente con el centralismo impersonal santiaguino. Señores, con serena responsabilidad, anclado en la historia y con la mirada confiada en el futuro, me atrevo, por fin, a declarar lo que por años he llevado oculto en mi corazón: Coelemu está maduro para convertirse en provincia, la provincia de Coelemu, capital Coelemu".

El Terremoto de Valdivia del 21 de mayo de 1960, en lugar de echar por tierra la anhelada provincia, hizo surgir en ellos, con más bríos, ahora el nacimiento de la Nueva República de Coelemu, asentada en el respeto a la Madre Patria de la República de Chile. Una utopía que alcanzó su máxima expresión en 1970, cuando sin necesidad de movimiento telúrico alguno, porque la vida política estaba bastante terremoteada, los tres visionarios antes señalados, siempre con una copa de pipeño de Guariligüe en alto, proclamaron la República Popular Latinoamericana de Coelemu. La decisión de darle un cuerpo mayor que el de provincia a ese sueño amasado en torno a Coelemu, vino después de una triste pero decidida reflexión de Cifuentes, que dijo: "Hemos tratado de construir una provincia y luego una república en el aire, porque lo hemos hecho no diré a espaldas, pero sí al margen del pueblo"...

El espíritu cívico que se respira en la novela La Nueva Provincia de Andrés Gallardo publicado por Liberalia Ediciones, convierten al más desafectado lector en un coelemano de corazón. Una novela que evoca nuestra chilenidad en cada página, con un lenguaje cuidado, respetuoso, lleno de picardía y humor, donde los aires de pueblo chico soplan fuerte en su ideal de quedar señalado en el alto lugar que la historia le ha dispuesto.
El sueño de Cifuentes, Meneses y Plasencia, los tres adelantados coelemanos, de ver convertida su tierra natal en una ejemplar República, son los que palpitan de manera permanente en nuestra propia chilenidad y que se exaltan con más bríos, después del terremoto reciente. Sin embargo, la República de Chile, como su similar y novelística República de Coelemu, se cae a pedazos frente a la porfiada realidad. Por más que queramos verla convertida en una Patria justa y cariñosa con todos sus hijos, sin distinción, el anhelo de desintegra con un nuevo hecho noticioso o proceso judicial, cada uno peor y más escandaloso que el anterior, y con todos ellos, la esperanza de sus habitantes.

No solamente porque nuestra Patria está sumergida en una de sus peores crisis políticas recientes, con evidentes aires sediciosos; como tampoco porque no ha logrado hacer de la pos dictadura una honesta y justa transición hacia ese país que se quiso construir a partir de una gesta épica con que se invitó al pueblo a derrocar con la alegría de un arcoíris a Pinochet hace 27 años. Ni porque hasta la reserva moral del Cardenal Raúl Silva Henríquez, quien señaló un camino de ardiente defensa de los Derechos Humanos, ha podido ser emulada cuando muchos de sus miembros están manchados por la complicidad delictual...

O quizás por todo esto y también porque hemos perdido los valores más sencillos del respeto, la educación y la bonhomía de la que hacen gala los personajes de Andrés Gallardo en su patriótica novela La Nueva Provincia.

Unas novela donde tres personajes, profundamente políticos y progresistas, están comprometidos con el bienestar de sus gobernados y no con en el propio. Encendidos en su noble tarea de servicio público, rechazando cargos de mayor rango y lucimiento personal para no desviarse de su derrotero ético y social. Personajes de novela pero que podemos aún distinguir en nuestro pueblo, que se visibilizan para los terremotos y las permanentes calamidades que nos azotan cuando son ellos los primeros en salir en auxilio de los demás. Hombres y mujeres que trabajan de manera permanente y anónima por el sueño de un país mejor, pero que son escondidos y olvidados, por ese manto oscuro y viscoso del ninguneo y la frivolidad política que hacen nata... Caballeros y caballeresas que, con ejemplar hidalguía enderezan entuertos y pueden ver la belleza de lo que somos en lo profundo, ahí mismo donde otros ven solo decadencia y corrupción.

No es casualidad que este libro de Andrés Gallardo se publique en momentos en que la República de Chile debata en torno una nueva constitución y, a pocos días, de que la Presidenta anuncie la manera de concretar este anhelo.
Nada es casualidad cuando se trata de un autor embebido en las corrientes profundas de nuestra historia y nuestra idiosincrasia.
Andrés Gallardo logra lo que pocos autores, como es exponer la historia de Chile desde mediados del siglo XX hasta ese fatídico 1973, a partir de pinceladas simples pero quirúrgicas, que nos permiten entender y también sanar... un libro curativo de nuestra alma nacional, dolida, descreída y hasta alocada.

Su lectura me hizo reír a carcajadas. Y también me emocionó al observar la manera cómo la intolerancia se fue apoderando de nuestra convivencia social como lo hizo con la coelemana. Para quienes no nacimos en Coelemu ni en ese otro Chile que aquí se retrata, este libro ofrece, aunque sea desde la ficción, la prueba fehaciente, el documento histórico irrefutable que hubo un pasado en el que la relación entre los compatriotas no pasaba por el dinero de la billetera, la condición social ni el credo ni la ideología.

La relación histórica que expone Andrés Gallardo desde un hablar, en un tono preciso, con una voz original, no impostada y un compartir de sueños democráticos y utópicos, convierten a su libro en una obra entrañable, necesaria, mejor dicho indispensable para volver a unir lo que se llama el tejido social, donde los nombres de Chile o Libertad, se encarnan en la esperanza de nuevas generaciones.

Después de este último terremoto de hace unas semanas y en medio del descreimiento sobre nuestro destino común, en momentos en que los aires patrioteros que se encendieron desde La Haya que no se condicen con el espíritu patriota, es cuando más necesitamos de una épica que nos levante y nos conduzca hacia esa Patria justa y solidaria, que nos señalaron nuestros próceres...

Pareciera que nos quedara solo la literatura para alimentar ese sueño que nos permite sostenernos en esta cruel vigilia.