Entrevista a Francisco Javier Olea

Ilustrar es la cuestión

Vivian Lavín conversó con el ilustrador chileno Francisco Javier Olea sobre "Pasado, presente y ausente", su libro más reciente que publicó con la editorial mexicana Sexto Piso y editado en Chile por Liberalia Ediciones.

VL: Esto del humor es una cosa muy seria y así se lo ha tomado Francisco Javier Olea, quien lo considera como una forma de vida, no porque ande de buen talante por la vida solamente sino porque ha hecho de la ilustración de su oficio. Ya no se trata de hacer monitos para adornar textos, la ilustración en Chile es un oficio en el que hombres y mujeres, algunos jóvenes otros no tanto, toman la palabra para criticar y, en realidad, no la palabra si no que es el dibujo, la ilustración, para decir y reírse de sí mismos, de nosotros mismos, con las herramientas del talento, de la lucidez, la ironía. Pasado, presente y ausente es el último libro de Francisco Javier Olea que ha sido coeditado por la prestigiosísima editorial Sexto Piso la también prestigiosa Liberalia Ediciones en nuestro país. Bienvenido Francisco Javier Olea a Vuelan las Plumas ¿cómo estás?

Muy bien, muchas gracias, qué buena presentación. Te quiero felicitar, Vivian, porque generalmente es un copy paste de una cosa que yo escribí en mi blog y siempre me presentan con eso y me da rabia porque yo me di la pega de escribirlo pero tú escribiste algo nuevo muy bonito así que eres mucho más profesional que todos tus colegas.

VL: Bueno, muchas gracias. Quería partir preguntándote: ¿cómo te iba en biología?

En general me iba bien en todo. Era un buen alumno, no estudiaba mucho, encontraba que el colegio era bien fácil, la verdad.

VL: Fome, en alguno de sus acápites.

Sí, sí, yo creo que los buenos profesores no abundan, como el que te marcó, el que te dejó algunas cuñas que tú dices: “Con esto aprendí realmente fracciones porque no sé qué” o que te dio un buen consejo, son poquitos.

VL: Francisco Javier Olea se ve de menos edad de la que tiene porque nació en 1972 de modo que de “lolo”, poco.

Me alimentaron mal, eran años difíciles en el país, entonces, no crecí mucho, salí debilucho, mucho paté, el chancho chino.

VL: Mira, yo te voy a decir una cosa: es posible que hayas comido chancho chino una semana pero la semana siguiente carne como vuelto loco y a la semana siguiente huevo… Es decir, mal alimentado, te aseguro que no estuviste.

Sí, yo sé los esfuerzos que hicieron mis padres.

VL: Estamos hablando de tiempos pasados, estamos hablando de tu formación. Cuando aludo a tu edad no es para decir “nació en el 72 y ya” si no que estamos hablando de alguien que se formó en el Chile de la dictadura de modo que elegir ser ilustrador o ilustrar era, claramente, un oficio bastante incierto y, para padres de cuño antiguo como, yo creo, los tuvimos ambos, debe haber sido una decisión difícil de apoyar.

Bueno, yo no decidí mucho qué carrera seguir o si ilustrar o no, fue un poco inevitable. O sea, de chico era el que dibujaba en el colegio, para todas las cosas del colegio me llamaban a mí. Cuando había que dibujar algo éramos dos o tres los buenos para el dibujo. Fue mi forma de enfrentar el colegio, con el lápiz en la mano. Algunos hacían atletismo, yo dibujaba. Entonces, era un poco inevitable hacerle el quite a esto.

VL: Ahí lo que los padres hacen es decir: “Estudia arquitectura”.

No, por suerte yo tuve padres bastante abiertos en ese sentido. De hecho mi abuelo era pintor, entonces, había toda una tradición familiar así que no había problemas al respecto. Era un poco lo que tenía más a mano. Obviamente, sí, tú dices era una época en que quizás las carreras más tradicionales eran el camino, la seguridad, era otro Chile, mucho más cerrado, mucho menos abierto a opciones, había menos mercado para hacer cosas. Sí había una duda y por eso estudié Diseño, que era una carrera que podía darme un poquito más de vuelo, y ahí fui derivando a lo que finalmente tenía que hacer que era dibujar.

VL: En esa presentación que todos repiten, dices ser un ilustrador feliz. A mí me gustaría saber qué es lo que te lleva a ese estado cuando lo que retratas no pareciera serlo tanto.

Sí, sí, es verdad, lo que dibujo no es tan feliz. Soy feliz porque me levanto a hacer lo que me gusta hacer. Encuentro que mi trabajo me permite levantarme con ganas de dibujar, de tomar el lápiz y ponerme a trabajar y veo a otros amigos que no les pasa lo mismo y la semana es un trámite y lo  único que quieren es que llegue el fin de semana. Para mí no es tan así. Bueno, es un tono que me nace, ese tono melancólico. Siento que me gusta jugar con esa dualidad que tiene el humor, que te permite, por un lado, trabajar con la risa, con el intentar hacer reír. Yo tampoco soy un humorista, no me considero humorista, me considero alguien que propone reflexiones con imágenes, tengo una pensamiento paralelo crónico, todo el rato estoy viendo las cosas desde otro lado y eso trato de llevarlo a los dibujos. A veces sale divertido, a veces no. Yo creo que, finalmente, lo que busco es que sea más creativo. Entonces, puede tener un tono melancólico, triste… Y bueno, uno también pasa por períodos, uno no es feliz todo el tiempo. No sé si viste Intensamente, la película de monitos animados de Pixar…

VL: No la he visto

Ahí te hacen entender el hecho de que todas las emociones generan algo, no hay que mirar la pena o la melancolía como algo que hay que superar todo el tiempo, que hay que estar feliz, siempre arriba de la pelota, como una “súper meta”, es algo que es súper angustioso.

VL: Yo diría que tú eres un hombre satisfecho. Bueno, lo que pasa es que este libro es ¡vaya! Porque no es un libro de ilustraciones así “flaquito”, es bien gordito, enjundioso…

Sí, lo quise hacer así, que pesara.

VL: Me gustaría que hablaras un poco de qué pasa con el humor y los chilenos porque yo me imagino que tú tienes elaborado algo en torno a ese tema a propósito de los tipos de humor, no tipologías pero sí cómo se toma el humor o lo chistosillo…

No sé si lo tengo tan elaborado pero es como bien evidente que vivimos en un país que no es muy gracioso, muy feliz, muy carnavalesco se podría decir, es un país bien tristón, chaquetero, donde todos vivimos en una capa gris que es el smog y el que asoma la cabeza para arriba ¡Paf! Le pegan para dejarlo en esa fila. Bueno, es una visión bien amarga pero creo que se acerca más a la realidad que decir que somos un país lleno de carnaval y de fiesta. Entonces, creo que el humor es una respuesta a eso, a la tragedia.

VL: Pero también esta cosa de los memes y la manera de reaccionar frente a la tragedia. ¿Cómo lo ves tú?

Yo creo que las redes sociales han abierto en el chileno una especie de veta del humor escondido porque el meme es una cosa que uno hace y la tira así y nadie supo el autor. A veces sí firman, cuando ya es una industria del meme,  pero es una cosa de tirar la talla desde atrás.

VL: Pero eso ha estado siempre

Eso ha estado siempre. Con el meme, el humor solapado del chileno encontró su realización, su zona, su escenario. Entonces, le acomoda mucho al chileno esto del meme. Además, el meme es muy chaquetero, muy de reírse de la tragedia o del drama del otro, entonces, tiene que ver con eso. Yo creo que, si bien lo que dije es súper negativo de la visión del chileno, creo que tenemos un sentido del humor bien fino y creo que la ironía, que es un tema difícil de manejar, de repente aparece. Aparece mucho el doble sentido, obvio, uno tiene distintos lugares donde se mueve y hay distintos tipos de humor

VL: El doble sentido, siempre.

Claro, ese es el “desde…”, es como un auto con cuatro ruedas y después empieza a pulirse: aire acondicionado…

VL: Fíjate que estuve en la presentación del libro Manuel Rojas “Cuentos”, un libro precioso editado por la Universidad Alberto Hurtado y que reúne 28 cuentos de Manuel Rojas, este enorme autor y la portada es tuya.

Sí, me llegan esas peguitas de repente y las agradezco mucho. O sea, a mí me gusta dibujar lo que sea.

VL: Es un retrato de Manuel Rojas precioso

Sí, un retrato en rojo de Manuel Rojas, es un juego. De repente he participado con ediciones B, he hecho muchas portadas. En realidad, como yo trabajo en El Mercurio hace mucho tiempo, 18 años que trabajo ahí, me ha tocado dibujar de todo: personajes de todo, temas muy complejos…

VL: ¿Y te han censurado en El Mercurio?

No, por suerte.

VL:¿O te autocensuras, como lo hace la mayoría de los periodistas de ahí?

Yo creo que pasa eso, uno conoce la cancha en la que estás jugando. Igual, yo funciono más en el sector de suplementos que tiene un poquito más de vuelo que el diario mismo

VL: Te permite tener otra salida

Me permite tener otra salida, claro. O sea, nunca me han censurado pero, como te decía, nunca he tirado el tejo muy lejos pero las veces que he deslizado algo, no ha pasado.

 VL: “Pasado, presente y ausente” ¿Por qué este título?

Era el título de una viñeta de tres personas en una banqueta y estaba una pareja en la punta besándose y se leía “pasado”; salía un tipo solo, sentado al medio de la banqueta, que decía “presente”; y el pedacito que sobraba decía “ausente”, entonces, ese era como el juego. Y me gustó el término como de que el futuro es una cosa bien irreal, o sea, el pasado existió, el presente está y lo próximo es como ausente, no se ha construido todavía, no es memoria, no es nada.

VL: ¿Este libro lo hiciste íntegramente, es inédito o hay una recopilación de trabajos?

Es una recopilación. Yo partí un blog el año 2009 donde iba subiendo una viñeta diaria como un ejercicio casi de exorcizar ciertas cosas, ciertos pensamientos, imágenes mentales que aparecen y desparecen y que, finalmente, uno las puede escribir pero a mí me sale más fácil dibujarlas y jugar con el texto. Ya llevo como mil 200 viñetas y de esas escogí 240 que creo son las que tiene este libro, no son las mejores-mejores pero sí están muchas que me gustan. También dejé algunas buenas para un próximo libro.

VL: Después viene un “Olea recargado”

Claro. Es como Presente, pasado y súper ausente y vuelve a presentarse y así le voy poniendo nombre para hacer una trilogía.

VL: Ahora, sin duda que la ilustración en nuestro país vive tiempos inéditos y, sobre todo, lo que llama la atención es que la ilustración pasó –como es tú trabajo- de adornar crónicas y suplementos, a tener una vida propia.

Autoral, digamos.

VL: Es decir, estás tú, está Alberto Montt, hay una serie de ilustradores que están hablando y hablándonos. Cuando dices que te gusta esto ¿qué es lo que más te gusta al ilustrar?

Yo creo que, como te decía, es un tema súper personal, es sacar temas que están dando vueltas en la cabeza, un poco desocupar capacidad en el disco duro dibujando cosas y haciendo “tic” a ciertos temas que aparecen en el día o cosas que me vienen dando vueltas o cosas que aparecen en la terapia, qué sé yo, en fin, que agarro, por aquí y por allá, y las voy poniendo. Y, por otro lado, también me hace feliz el feedback, también me hace feliz que la gente lo vea. Si yo dibujara y dibujara y lo guardara todo creo que no me haría tan feliz. Creo que es súper importante para mí que se complete el triángulo entre el que dibuja, la obra y el que lo lee, si no queda una línea recta que puede ir para cualquier lado y no se asienta. Entonces, por un lado me hace muy feliz dibujar y, por otro, me hace muy feliz que la gente opine y me diga: “Oye, me gusto este. Este no lo entendí”. En general, mi suegro, por ejemplo, es un gran crítico, me dice que me estoy poniendo muy críptico, me dice que no entiende las cosas que estoy haciendo últimamente…

VL: Bueno, eso de la brecha generacional es uno de tus temas recurrentes.

Sí, el tema del paso del tiempo para mí es súper heavy. O sea, después de los 40 me vino todo un tema, el rollo de empezar a envejecer, de los hijos que van creciendo y yo en vez de caer en una crisis y comprarme una moto, me puse a dibujar. Sale más barato.

VL: Bueno, este libro del que hemos estado hablando “Pasado, presente y ausente”, editado por Sexto Piso y también Liberalia. ¿Es tu primer libro que sale para afuera?

Tenía cuatro editados acá y ya quería probar qué pasaba…

VL: Y Sexto Piso es una de las editoriales de calidad

Sí, súper buena y son bien empujadores de sus autores.