Entrevista a Francisca Jiménez

Comprometida con el patrimonio

Vivian Lavín conversó con la periodista y directora de Ediciones Mis Raíces, Francisca Jiménez, sobre su trabajo en torno al rescate y puesta en valor del patrimonio cultural chileno y los nuevos proyectos editoriales vinculados al tema, entre ellos, el libro Artesanía Latinoamericana.

Francisca Jiménez es periodista de vocación en un primero minuto pero las vocaciones cambian cuando las personas estamos sometidas al lenguaje como lo dice Juan José Millás, este escritor y periodista español. En su caso, lo que ella ha hecho, es un emprendimiento editorial que le ha dado la posibilidad de hundirse en nuestro patrimonio cultural. De esta manera, gracias a la Editorial Mis Raíces ha podido trabajar en torno a temas tan importante como el patrimonio cultural chileno poniendo el foco en los más pequeños, los que muchas veces no disponen de un material que sea adecuado para ellos, amable y que les permita recrear y, más importante aún, crear e imaginar.

Yo decía eso del periodismo, la edición, la comunicación y es a través de estas disciplinas es que tú le has dado forma al compromiso tan grande que sientes por el patrimonio cultural de nuestro país y Latinoamérica.

Sí. O sea, desde chica -al margen de que finalmente terminé estudiando periodismo y que digo que ha sido la mejor carrera que pude haber estudiado, por lo versátil –  en mi familia siempre estuvo el interés, y que yo, simplemente, lo iba recibiendo día a día, por la cultura. Voy a hablar de cultura en general. Aunque hoy hablamos de patrimonio cultural, que ha sido mucho más específico, años atrás el término patrimonio se usaba casi únicamente para términos económicos. Hoy, todo el mundo entiende que patrimonio también tiene el significado de cultura.

De hecho, incluso se le pone el apellido de patrimonio cultural “material” o “inmaterial” para definir, también, lo que es una cosmovisión, una idea, hasta una receta de cocina,  pasando, por cierto, por los monumentos y los objetos que son lo material. Qué bonito que tú hagas la distinción.

Resulta que yo trabajé mucho tiempo en prensa como periodista “clásica” lo que ha sido muy bueno, también, porque eso me ha dado la rapidez, el no tener miedo a redactar una nota y poder hacerlo bajo presión. Creo que eso, en general, sirve mucho. Creo que a los periodistas nos sirve mucho y nosotros no nos damos ni cuenta lo bien que nos hace. Quizás hay críticas veladas que pueden decir que no profundizamos demasiado pero yo creo que nos da una muy buena herramienta para trabajar.

Estoy muy de acuerdo contigo porque, la verdad, lo escritores, muchas  veces, se demoran el triple porque no tienen nuestro oficio ya que cuando nosotros tenemos hora de cierre, es hora de cierre no más.

Exactamente. Estuve varios años trabajando en ese tema y, alrededor de los 35 años -cuando ya era madre de tres niños. Ahora soy madre de cuatro- dije que a mí lo que más me gusta es el tema de los niños. Me gusta el tema, me encantan las ediciones infantiles. Creo que en Chile se ha hecho muchísimo los últimos años. Yo te diría que en los últimos diez años han salido editoriales muy buenas y de muy buena calidad, además de excelentes ilustradores. Y dije: “Bueno, no debe ser tan difícil esto de hacer un libro” y comenzamos con un libro y después nos tiramos con lo que ha sido la colección Niños artesanos.

¿Cuántos libros tienen ya?

Son diez y tenemos dos en carpeta. Comenzamos con Artesanía Mapuche, Artesanía Aymara y Rapa Nui, que son los principales pueblos originarios en términos de habitantes. En Chile son nueve los pueblos originarios reconocidos por la Conadi. Luego, pasamos a Latinoamérica porque también me interesaba hacer un trabajo de la cultura más mestiza, que es lo que se da a conocer en este libro, y no solo de la cultura originaria sino que también de la cultura afroamericana que llegó a muchos lugares del continente, de Sudamérica.

Hoy día eso es muy importante con toda la inmigración que tenemos, no de África pero que sí viene de allí, como haitianos y colombianos.

Exacto. De Brasil, de Cuba. Es súper interesante, también, mostrar la gran diversidad que tenemos de pueblos y culturas en nuestro continente.

Como tú decías, y es cierto, la edición literaria infantil y juvenil, hoy día, es prácticamente lo más importante que se está haciendo, es lo que más relevancia tiene y también hay muchas editoriales que se están dedicando a esto. En tu caso, con Mis Raíces, tú hiciste una apuesta no por la literatura, no por la ficción, sino que estos libros tienen un fin bastante didáctico. Para quienes tenemos hijos, sabemos lo difícil que es encontrar actividades para entretener a los niños en la casa y tú, de alguna forma, llenaste una necesidad y la impregnaste de lo nuestro y eso lo encuentro tan valioso.

Sí. Efectivamente, hace un par de años atrás uno veía programas,  como el Art Attack, donde se hacían manualidades muy divertidas, muy atractivas para los niños, pero era cualquier cosa, algo que da lo mismo, una máscara por ejemplo. Mucho más sentido tiene para nosotros hacer una máscara Chané, en el caso del libro de Latinoamérica, que es un pueblo originario de Argentina, de la zona del Chaco, súper interesante. O, por ejemplo, hacer un kollón mapuche, que es una máscara que se usa para ceremonias y que los niños lo pueden replicar. Tiene mucho más que ver con lo nuestro. Y, para mi sorpresa, o quizás no tanta sorpresa sino que para, finalmente, sentir que esto iba por un buen camino, ha sido súper bien recibido por los profesores y por la comunidad escolar en general.

Tiene el sello de Unicef.

Sí, Unicef me ha apoyado desde el inicio así es que súper bueno, también, contar con ese apoyo. Por ejemplo, hacemos talleres de educación patrimonial en colegios, en centros culturales, en bibliotecas, en otras instancias y trabajamos con los profesores y con niños chiquititos y hasta segundo ciclo básico, donde elegimos algún paso a paso que se pueda replicar. Generalmente, aunque Latinoamérica un poco menos, Artesanía Mapuche, Aymara y Rapa Nui se cruza mucho con el currículum establecido por el Ministerio de Educación. Segundo básico es, en este minuto, el curso que más ve pueblos originarios pero lo ven de una manera un poco árida. O sea, yo tengo niños que tienen que aprender sobre la vivienda de los changos, la vivienda de los mapuche, y es distinto si hacemos una manualidad que baje esa información para que ellos la entiendan mucho mejor. Así nunca más se les va a olvidar.

Claro, es la experiencia, eso es lo que importa y no solamente estar entregando conocimiento y estar metiéndoselos a la cabeza a la fuerza. En ese sentido, lo que uno ve es que para hablarle a los niños de estos temas se ha puesto mucho énfasis en la ficción. Entonces, claro, hay muchos cuentos de niñas y niños mapuche también tenemos los testimonios de un Elicura o una Graciela Huinao pero eso es ya para los grandes. Entonces, esta es una nueva manera, además de maravillosa, de poder ingresar a estos temas. Y se sale de lo típico, de la trapelacucha…

Claro. Acá hay un uso de la artesanía como pretexto para poder hacer llegar a los niños algunos aspectos de la cultura que se está tratando, sea Mapuche, Aymara o Rapa Nui. Yo estoy preparando mi libro de Atacama, de la cultura atacameña, y la idea es poder llegar, ojalá, a los nueve pueblos originarios que hay en Chile y después ¡Uf! Tirarme a todos los que hay en Latinoamérica.

Yo creo que ya con lo que hay en Chile…por ejemplo, la cultura Kaweskar ¿nos quedan cuántos? Queda, por lo menos, Rosa Catalán, la única de madre y padre Kaweskar, pero ya esas culturas se están acabando y qué pena no tener material sobre ellos para compartirlo con los niños.

Exactamente. Yo creo que ha logrado ser una especie de sistematización de lo que se conoce. Son diez proyectos, quizás no es demasiado pero al menos son diez y se sistematizó para los niños, para que ellos puedan después trabajar y aprender sobre la cultura.

Entonces, este es un libro para que los papás lo tengan en su casa o un abuelito se los regale y que puedan tener una actividad sin que por eso haya que estar en enseñándoles todo el rato. Yo soy media abusiva a veces y quiero que todo tenga una utilidad y aquí la utilidad llega por añadidura porque la entretención es hacer las cosas no más.

Exactamente. Por ejemplo, acá está la vasija mapuche. Yo hice mucha investigación en museos, con expertos, en bibliotecas y esta era una vasija que está en un museo andino de la fundación Claro Vial en Santa Rita, en Pirque.

Que es bastante desconocido y es precioso. Tiene toda la estética del museo precolombino.

Y allí yo encontré esta pieza, que es una pieza muy antigua, y fue súper bueno porque esta es una vasija sencilla de hacer para los niños. Yo pensé en niños más chicos porque hay otros proyectos que son, quizás, más elevados.

Sí, claro. Un jarropato por ejemplo. Es muy difícil.

Muy difícil. Estamos pensando en niños de tres años.

Está la Francisca mamá, la periodista, la editora pero también está la niña, entonces ¿qué te fue pasando a ti con esta experiencia?

Mira, yo siempre estuve en la duda de si era periodismo o era arquitectura. O sea, de alguna manera mi veta más artística, más estética, ha estado y está presente. Y, obviamente, para hacer esta curatoría, para ver cuántos pasos hacer y qué objetos íbamos a replicar, yo también los probaba e íbamos viendo. Yo no hice las reproducciones pero siempre estuve detrás porque a mí me interesa el tema de la manualidad, a mí me gusta mucho.

¿Qué te da la manualidad a ti? ¿Qué te pasa con el trabajo manual?

A mí me da mucha satisfacción, me gusta, me encanta ver algo hecho por mí. Yo creo que eso lo hemos perdido tanto en la época moderna.

¿Y qué recibes de los niños cuando ya empiezan a trabajar? Porque tú, además, haces tallares. Es decir, tú haces toda la línea.

Muchas veces cuando un colegio o un particular compra los libros, también quiere que nosotros ofrezcamos el servicio de hacer los talleres. ¿Y qué le pasa a los niños? Los niños son impresionantes, son unas esponjas. Yo me acuerdo que hace muchos años atrás, cuando estaba en proceso de hacer el libro Mapuche, el Aymara y el Rapa Nui, que los hice en paralelo, y probé muchos pasos en talleres, en colegios de niñitas. Después las niñitas hablaban de “mira mi trarilonco. Mira mi trapelacucha” con gran naturalidad y a mí me impresionaba porque realmente lo absorbieron en el minuto que lo estaban haciendo. Eran niñitas de segundo o primero básico.

Yo creo que eso es lo natural, es como se entrega el saber porque para nosotros es una manualidad, un poquito medio exótica, pero para los pueblos mapuche, ellos no iban a comprarse al mall la trapelacucha. Es decir, es parte de la cultura que todos esos objetos se hacían en comunidad. Estaba la abuela en el telar y en la ruca. Hay todo un rito de fabricarse sus cuencos, sus vasijas, también sus vestimentas e instrumentos musicales.

O sea, todo estaba hecho en comunidad, en casa.

Lo natural es eso por eso es que a los niños no les puede parecer raro, los lleva a un estadio que compartimos.

Totalmente, claro. Quería comentarte, también, que como editorial nos hemos enfocado en los cuentos. Este año ganamos un fondo del libro 2016 y sacamos cuatro libros. La colección se llama Mujeres chilenas, con la historia de cuatro mujeres no muy conocidas que son: Janequeo, Paula Jaraquemada, María Monvel y Margot Duhalde. No son escritos por mí sino que por la escritora Isabel Ossa y han tenido una muy buena recepción porque mucha gente ni siquiera había oído hablar de Janequeo.

Exacto. ¿Quién es Janequeo?

Janequeo es una lonco mapuche del siglo XVII. Ella peleó contra los conquistadores españoles. En realidad, muchas calles del sur de Chile llevan el nombre “Janequeo” pero muy pocas personas saben que ella es una mujer. Entonces, era una historia que estaba en el aire pero que nadie la había investigado. Obviamente que tiene rasgos de novela la historia pero tiene bastante de cierto y fue una muy buena manera de dar a conocer a estas mujeres poco conocidas.

Es maravilloso porque de hombres sabemos demasiado pero de mujeres… es decir, la Historia se encargada de enterrarlas. Yo creo que es muy bueno que esa colección siga de puras mujeres. Lo necesitamos.

Sí, además que hay historias demasiado buenas. Por ejemplo, estamos con muchas ganas de hacer uno sobre Anita Lizana que fue una tenista fantástica, que ganó Wimbledon a mediados del siglo XX. Después está la Margot Loyola que todos la conocemos, hay mujeres científicas fantásticas y hay muy poco conocimiento acerca de ellas y la labor que hicieron, su aporte al desarrollo de Chile.

El rol que jugaron en una época. También, como ellas mismas abrieron espacio para que otras mujeres pudieran seguir ese mismo derrotero porque ser la “primera en…” no es fácil. La Eloísa Díaz, a propósito de medicina, que hay gente que piensa que solo es el nombre de una calle o de una sala de la casa central de la Universidad de Chile. Por otro lado, también sé que estás yendo a la Feria del Libro de Oaxaca.

Sí. Este año, Chile es el país invitado de la Feria del Libro de Oaxaca y me va a tocar hacer una pequeña intervención en un panel acerca de cuál ha sido uno de los temas que me ha tocado vivir como editora. Así que estoy súper entusiasmada y los libros están allá.

¡Qué envidia! Vas a traer tantas ideas. Felicitaciones Francisca por este trabajo. Me alegro que pienses en los niños porque hace mucha falta. Ellos son la esperanza.

O sea, ahí es donde estoy poniendo todas las fichas, literalmente.

Es lo mejor. Los otros ya estamos… ya no hay nada que hacer.

Yo estoy súper esperanzada. Mis Raíces está yendo por un buen camino en ese sentido, de enfocarse en un público infantil y juvenil desde los libros.