Entrevista a Alejandro Melo, presidente de la Cámara Chilena del Libro

Alejandro Melo y el nuevo escenario editorial

Vivian Lavín conversó con Alejandro Melo, presidente de la Cámara Chilena del Libro, quien, desde su visión gremial, reflexionó acerca del estado actual de la industria librera en Chile.

Para continuar en este ciclo que observa la cadena del libro en Chile vamos a conversar, a continuación, con Alejandro Melo. Él es el presidente de la Cámara Chilena de Libro en su rol de representante del estamento distribuidor, gerente general de librería Libertad, también librero, un oficio familiar que heredó de su abuelo y luego de su padre. Él es periodista de larga data, reporteó muchos años y después ingresó a la industria del libro.

Bienvenido Alejandro Melo a Vuelan las Plumas ¿cómo estás?

Muy bien, Vivi, agradecido de esta invitación.

Quiero ir de lleno a lo que pasa con la Cámara y, hoy en día, con la situación gremial en general. Hasta hace poco, el panorama era la Cámara, que agrupaba a todos los estamentos del libro en Chile. Luego, hace unos ya 16 años, surgió la Asociación de Editores Independientes, que reúne a editores chilenos porque se querían diferenciar de las multinacionales que estaban en la Cámara. Luego, surgió la Furia, que es un estamento también editor y que reúne a micro editoriales. Son emprendimientos pequeños pero que han tenido una visibilización muy importante. Y, a fines del año pasado, surgió una situación bastante anómala: las multinacionales salen de la Cámara y más tarde, Arturo Infante, editor de larga data de Catalonia, avisa y anuncia la creación de la Corporación de la Lectura y el Libro en nuestro país.
¿Cómo vive la Cámara del Libro el hecho de pasar de haber sido el único referente gremial a ser uno de tantos que están surgiendo?

Has hecho una buena descripción de lo que han sido estos últimos 15, 20 años de la industria del libro. Yo creo que lo que hay que hacer hoy día, en la mirada de cualquiera de las organizaciones gremiales y, en particular, la de la Cámara que yo represento, es mirar no solo lo que nos está ocurriendo como industria del libro sino que hay que mirar un poco todo el espectro, dónde estamos parados hoy como sociedad. Eso es re importante, primero, y no tratar de tapar el sol con un dedo es un aspecto importante.

¿Cómo se tapa el sol con un dedo desde la Cámara?

No es nuestra intención y no vamos a entrar a ningunear a las otras organizaciones, todo lo contrario, valoramos esta diversidad. Es decir, cada uno está buscando su propio espacio y yo creo que eso es natural que ocurra. Como te decía, a lo mejor, 20, 30 años atrás, era un mundo distinto, una sociedad distinta. Hoy día se ha abierto y no solo hay que mirar la industria del libro porque en cualquier industria que tú mires se han producido cambios y, por supuesto, la industria del libro no está ajena a ellos.

Se han visto notas que riñen con el buen trato, con la buena educación y a mí me llama la atención eso y te lo pregunto así, de manera abierta ¿cómo ves tú eso?
Por lo menos, desde este lado, como periodista, debo decir que es complicado porque acá lo que uno más ve son celos profesionales y disputas por egos o por luchas de poder más que por la lectura y el libro en nuestro país

Comparto lo que tú planteas. Yo creo que estamos llenos den notas disonantes, efectivamente, en una industria tan pequeña. Yo, efectivamente, no tengo un pasado gremial pero si uno mira lo que han sido estos últimos años, está lleno de lo que tú planteas. Efectivamente, egos personales, egos de las propias organizaciones gremiales. Por otro lado, se ven muchas ambiciones políticas, de ganar espacios a través de lo que es el libro. Eso sí está pasando y no hay que negarlo pero nosotros, como Cámara Chilena del Libro, no vamos a caer en el juego de las descalificaciones, ni de las ofensas

Eso es lo que tú quieres porque, en realidad, en otros momentos, la Cámara sí ha caído en eso, Alejandro.

Sí, pero no en esta nueva visión que nosotros estamos dándole a la Cámara

¿Lo que tú estás encabezando en esta presidencia?

Efectivamente. Creo que hay, también como tú lo decías, viejas rencillas que pertenecen a una vieja guardia – perdóname la expresión- y creo que tiene que ver con una generación distinta y, desde ese punto de vista, creo que no me voy a hacer parte ni deberíamos nosotros, en la Cámara Chilena del libro hoy día en la nueva realidad que estamos enfrentando, hacernos parte y ponernos a descalificar unos a otros, si no que todo lo contrario. Y no es una frase de buena crianza porque voy a cumplir un año como presidente de la Cámara, un año en este nuevo Directorio y, la verdad, con los hechos hemos demostrado que queremos abrir puertas, que queremos sentarnos a dialogar. Habían diálogos que estaban cortados hace mucho rato en la misma industria, los gremios dispersos. Pero no va a ser la política nuestra, lo hemos conversado, analizamos las declaraciones que planteó Arturo Infante a nivel de algunos directores y, te insisto, no creo que eso colabore en nada a lo que hoy día nosotros miramos y estamos preocupados, que es cómo generamos mayores lectores en el país y queremos ahí hacer nuestro trabajo y poner un granito de arena. Creo que, la verdad, los que estamos en esto sabemos, efectivamente, quién está diciendo la verdad, quién está mintiendo y dónde están muchas de esas luchas de egos y que parece que hay gente que no quiere dar vuelta la página y que todavía respira por la herida. Nosotros no vamos a entrar en ese juego.

Cuando estamos frente a un escenario, como dices tú, que está muy disperso en la cuestión gremial del libro e Chile. ¿Qué gestos está haciendo la Cámara o ha hecho bajo tú presidencia?

Yo creo que, lo primero, es que la lógica, como te planteaba recién, de buenos y malos para mí tiene que estar superada, es decir, volver a eso es volver a esta lucha fratricida de gente que, la verdad, está empujando el mismo carro. Y ese ha sido el planteamiento hacia el interior del directorio, hacia los socios también, etcétera. En esa misma parada nosotros nos encontramos, por ejemplo, con ciertas cuotas de poder que tenía la Cámara que, a mí modo de ver, no representan el Chile de hoy, este Chile más diverso y que, efectivamente, hay que saber integrarlo. Ese es el desafío que tiene cualquier organización gremial, más una como la Cámara que, 20 años atrás, tenía una mayor cantidad de socios, era un país distinto. Entonces, hoy día tenemos que mirar este horizonte con otros ojos.
Hay un tema importante que está hoy día en plena etapa de re elaboración, que es el Observatorio del Libro y la Lectura que hace unos años atrás fue fundado por la Cámara en conjunto con la Universidad de Chile y parecía que también se dividía entre buenos y malos y éramos la piedra de tope de el no poder hacer que este Observatorio articulara políticas para generar una mirada introspectiva a la industria del libro. Bueno, hemos tenido algunas reuniones con las autoridades que corresponden y la Universidad de Chile y, en ese sentido, hemos destrabado, desde nuestra óptica, todo lo posible para que se logren acuerdos. Me da la impresión que hoy día vamos a poder tener un Observatorio del Libro potente, en el que estén representadas todas las organizaciones y que, de una vez por todas, empiece a trabajar en lo que es su objetivo y eso, por ejemplo, es parte de lo que hemos hecho.
Asimismo, nosotros también hemos abierto otros espacios en la mirada gremial, que es donde se nos producen ciertas coyunturas o ciertas dificultades, de sentarnos a la mesa con todos los interlocutores. Es decir, valoramos la aparición de esta nueva Corporación del Libro y la Lectura, donde están estas editoriales multinacionales, como normalmente se las denomina, y valoramos, también, las otras organizaciones y nos hemos sentado a conversar con todos. Incluso, hemos armado, en los últimos años, un espacio en torno a la presencia y participación de todos estos actores en la Feria Internacional del Libro de Santiago, FILSA. Siempre es posible hacer más, siempre los otros quieren más pero para nosotros es preguntarnos: ¿Cómo cautelamos los intereses de nuestro gremio, como Cámara, de nuestros socios, pero con una mirada más inclusiva?". ¿Se puede seguir avanzando? Es la idea que así sea. Nosotros tenemos ese desafío pero también creo que estos pequeños ejemplos que te pongo ilustran parte de lo que nosotros hemos estado haciendo. También hemos llegado a acuerdos en materia de, por ejemplo, la internacionalización del libro con las otras asociaciones. Estamos haciendo convenios con ProChile y las otras organizaciones, cosa que, también, hace un tiempo atrás había bastante ruido. Es decir, la idea es que este puente, que tiene que existir entre organizaciones, funcione y no estemos anquilosados a la política o a lógicas de los buenos y los malos.

Pero de la Furia del Libro ya decían que no iban a la FILSA, Editores de Chile pareciera que también están viendo la posibilidad de no ir. Siempre está como la idea de no querer ir a la FILSA, lo que suena tan extraño. Si estamos hablando de la feria más importante del libro, es la fiesta cultural más importante que se hace en nuestro país a fin de cada año por qué se restan ciertas organizaciones de participar. ¿Qué está sucediendo allí?

Bueno, la verdad, hemos tratado de que las peleas no existan. Yo creo que, de una u otra manera, hemos armado puentes de comunicación. Eso para mí es fundamental. Luego, siempre van a haber diferencias y entre lo que tú puedes dar y lo que el otro espera recibir se van produciendo estos tironeos. Yo creo que eso es parte del debate. Efectivamente, nosotros tenemos una fiesta que es esta fiesta del libro, fiesta cultural que, probablemente, está entre las más importantes o la más importante del libro y de las del país y seguramente eso se da porque se ha hecho bien a lo largo de 35 años. Es decir, no es casualidad que estemos hablando de este proyecto que es FILSA, que es un proyecto elaborado y organizado por la Cámara Chilena del Libro. Las otras instituciones que están en este espectro gremial quieren participar de esta feria y nosotros los hemos invitado a participar.

Pero la Furia no, Alejandro. Dijeron que no. ¿Por qué no quieren ir?

Yo te puedo comentar lo que han sido los últimos dos años donde me ha tocado estar más encima y, por cierto, la última versión donde ya era presidente de la Cámara. Nosotros abrimos espacios, me da la impresión de que finalmente la apertura que nosotros hemos desarrollado no se condice con lo que ellos esperan. Las expectativas son distintas. No es suficiente y, en ese sentido, es que yo te digo: Nosotros tenemos una feria en que la columna vertebral del evento es el programa cultural y todo lo que es el programa cultural está funcionando. Y, desde ahí, la invitación es que se trabaje tiempo completo para poder desarrollar un programa cultural contundente. Luego, hay otros aspectos de la feria que son la organización, la producción, que nosotros hemos estimado que debería seguir siendo realizada por la Cámara Chilena del Libro, básicamente eso. Ahora, ¿eso es discutible? Sí, por supuesto que es discutible a nivel de organización gremial, pero a nosotros nos parece que hacer partícipe a otras organizaciones de esta plataforma que es el programa cultural es importante. Yo – tal como te lo dije al comienzo- no quiero enemistarme, ni nada pero a nosotros, como Cámara del Libro, por ejemplo, de las otras organizaciones ni siquiera nos invitan a participar, nosotros no tenemos una invitación, no nos invitan a tener un stand.

¿Estamos hablando de las ferias que hace la Furia?

La Primera del Libro. Pero sí, todos quieren participar de esta Feria

Porque están de ahí los dineros públicos de fondo, Alejandro.

Efectivamente, el tema de los dineros públicos es muy importante y que bueno que tocas el tema porque esos dineros públicos que están y que apoyan esta fiesta cultural no es un dinero que se gaste ni cien pesos en algo que no sea el programa cultural y el programa cultural no está pensado ni esta trabajado de ninguna forma solo para una de las organizaciones, ahí viene la invitación a que todos participen, que todos puedan aportar. Y, ese dinero, además, después se rinde íntegramente y todo está destinado solo al programa cultural, por lo tanto, desde la transparencia de los dineros públicos, nosotros estamos muy tranquilos de lo que se ha hecho y son dineros que, efectivamente, cualquiera de las organizaciones, y por supuesto el Consejo del Libro, los puede auditar y así se hace.

Entonces, para entenderte bien: ¿el dinero público que se invierte o que se compromete para la realización de la Feria Internacional del Libro de Santiago, solo se destina para el programa cultural, para nada más?

Nada, no se puede gastar un peso ni en alfombras, ni en carteles, ni en publicidad, nada, solamente se destina para el programa cultural, programa al cual nosotros invitamos a todas las otras organizaciones a participar. Es muy importante aclararlo porque me he encontrado con gente que todavía no lo tiene claro y te dice: "No, es que ustedes reciben esto". La Cámara del Libro no puede destinar nada de ese dinero a otros fines porque si lo hace pierde el beneficio de este aporte de fondo que es muy importante, no para la Cámara, sino para esta feria y en la cual, en base al programa cultural, nosotros hemos abierto este espacio de trabajo conjunto, que algunos lo saben aprovechar más que otros, de manera que todas las organizaciones estén representadas y la diversidad que existe hoy día en torno al libro pueda tener un espacio en FILSA.