Entrevista a Yoon Sung -Hee

Una autora desconcertada

Es una autora que interroga a sus personajes y a la realidad, de la que se siente en permanente estado de desconcierto. Esa actitud de observación es lo que traduce en esta novela. Se trata de Espectadores, el único libro traducido al castellano de la autora coreana Yoon Sung Hee, traducido por Laura Hernández y Lee Eun Kim y publicado por la editorial Bonobos, en México en el año 2016. La periodista Vivian Lavín conversa con Yoon Sung Hee en el Ciclo de Entrevistas a Autoras y Autores coreanos para lectores de habla hispana, gracias al apoyo del Instituto de Traducción de Literatura Coreana, LTI.

Yoon Sung- Hee nació en Corea del Sur en el año 1973. Estudió creación literaria en el Instituto de las Artes de Seúl y realizó su debut con "Una casa hecha de legos", libro que ganó el Concurso Literario de Donga Ilbo en 1999, uno de los diarios más antiguos y de mayor circulación en su país.

Ha dedicado su vida a la escritura, sean libros de cuentos o novelas cortas. Su talento ha sido reconocido en un país que premia de manera manifiesta a los autores con múltiples reconocimientos y ella ha obtenido el Premio de Literatura Contemporánea, el Premio a las Mejores Artes del Año, Premio de Literatura Yi-soo, el premio literario Yi Hyo-suk, el premio de Literatura Hwang Sun-Won y el Hangook Ilbo de Literatura, entre otros.

¿Qué caracteriza a la escritura de Yoon Sung-Hee? La destreza de narrar historias breves en las que van sucediendo hechos de la cotidianidad con personajes aplastados por una realidad compleja atravesada por la pobreza y la falta de recursos. Pero no por eso deja de exhibir humor, ternura y cierta melancolía por una forma de vida, una forma de relacionarse que ya no existe.

Su único libro traducido al castellano es Espectadores, traducido por Laura Hernández y Lee Eun Kim y publicado por la editorial Bonobos en México en el año 2016.

En una entrevista, usted confiesa cómo nació el libro Espectadores. Dice que un día se levantó a las tres de la mañana, "comprobó la posición de la luna en el cielo, se tomó un té caliente y encendió un viejo computador" y que empezaron a surgir los personajes y sus historias... es como la imagen clásica de la "visita de las musas", de la inspiración como un rapto mágico, pero esto no es usual en los autores que dedican su vida a la escritura Por el contrario, dicen que tienen 99 por ciento de transpiración y solo un 1% de inspiración, así lo dijo el Premio Nobel chileno Pablo Neruda. Nos gustaría que nos compartiera su rutina de trabajo como escritora. ¿Espera la inspiración o insiste hasta que llega? ¿Dónde escribe: en su casa, en un café? ¿Tiene algún hábito especial a la hora de empezar a escribir?

En el caso de la novela Espectadores traté de mantener una rutina para escribir. Esta rutina entendiéndola como una labor propia del escritor: la necesidad de sentarse y escribir, no tanto como esperar la llegada de una musa de inspiración. Sin embargo, en mis siguientes libros esto cambió y ya no mantuve esta rutina para escribir. Pero sí, por ejemplo, hay días en que escribo dos oraciones, en otros, escribo mucho más largo. Para mí el proceso de la escritura como una conversación con los protagonistas. Entonces, también pienso que esto de la inspiración es una la combinación entre un buen lector y un buen escritor. A pesar de que pueda decir que espero a que llegue la inspiración, sé que es algo que probablemente no va a llegar. Es un poco volátil. Escribo en cualquier parte. Donde sea que me siente a escribir, logro hacerlo. Viví con mi familia hasta pasados mis 30 años, por lo que en casa mis padres hacían su vida normal y no había un espacio especial para que yo desarrollara mi trabajo de escritura. Ellos seguían haciendo su vida, y eso no me afectó. Aunque esté rodeada de otras personas, logro escribir de todas maneras. Tampoco tengo muchos hábitos específicos. Si hay días en que escribo dos oraciones, las reviso, las arregla o modifica, y entonces estoy en ese constante proceso. Tampoco me preocupa cuando no logro escribir mucho. Me siento tranquila en ese sentido.

¡Vaya, qué suerte! Al escucharla uno siente que vive la escritura con mucho gozo. Dice que piensa en los personajes, pero ¿piensas en los lectores?

Más que pensar en los lectores en sí, el proceso de escritura de mis novelas es un proceso donde trato de conocer a mis personajes. Intento desarrollar una conversación con los personajes, con cada uno de ellos, que pueden ser muchos. Claramente no los voy a conocer a todos, lo que puede ser considerado como un fracaso, pero un fracaso con el mayor esfuerzo. Entonces, por ejemplo, les hago preguntas: ¿por qué hiciste eso? ¿Por qué esa es tu actitud? Y lo que sí hago, complementando ese proceso, es preguntarme si a través de lo que escribo, los demás o los lectores podrán entender la acción que realizó dicho personaje o el pensamiento que tuvo ese personaje. En ese sentido, pienso un poco en los lectores, pero tampoco es necesario que todos entiendan lo que los personajes están haciendo. No es el fin. La pregunta que me hago es, si yo lo entiendo, ¿los demás lograrían entenderlo?

Respira libertad la escritura de la autora Yoon Sung hee, a quiene estamos conociendo en el día de hoy en Vuelan las Plumas. Y antes de entrar en la novela, no podemos perder el contexto que estamos viviendo: UNA PANDEMIA UNIVERSAL. En una entrevista reciente, ha dicho: "Recientemente se me ha ocurrido que la vida consiste en contemplar las cosas y permanecer desconcertado... He tomado la decisión de observarlo todo. Poner todo mi empeño en estar desconcertada". El desconcierto es universal frente a esta pandemia. ¿Qué es lo que ha observado durante este tiempo?

La palabra desconcierto, el estar desconcertado es una de mis palabras favoritas. Esto se remonta a mi niñez, ya que desde muy pequeña me ha costado tener una visión específica de lo que ocurre, entonces muchas cosas me dejan precisamente, desconcertada. Entonces, más que poner punto final, pongo muchos signos de interrogación. Soy mucho de hacer preguntas, cuestionarme, sin necesariamente encontrar una respuesta. Sobre esta pandemia aun no sé cómo o desde qué postura debiera observar lo que está sucediendo, sin embargo, creo que voy a seguir haciéndome esta pregunta a futuro. Lo que sí he hecho y observado en este último tiempo, y como en Corea el virus no es tan peligroso como en otros países, he tratado de salir lo que más que puedo a lugares no muy concurridos o más bien solitarios a observar pequeñas cosas, como por ejemplo, caminar y ver las flores que están floreciendo ahora que se está iniciando la primavera, u observar a niños jugando o personas mientras conversan. Lo que he hecho durante este último año es guardar esos pequeños recuerdos.

Espectadores no es una historia lineal, sino que como un bucle narrativo. La historia de una familia coreana tradicional. Pero el tiempo no es el que ordena la narración. Por esto, van quedando espacios en blanco en los que no sabemos nada de los personajes.
Me gustaría que nos explicara la arquitectura interna del libro o la cocina de autor de Espectadores, porque siendo una novela que atrapa y que no se suelta hasta el final, debe haber sido muy compleja de escribir y le exige al lector estar muy atento. ¿Cómo armó a esa familia, a esos personajes?

Esta es mi primera novela, ya que antes solo había escrito cuentos cortos. Por esto me era difícil mantener una estructura tradicional de la escritura. Por eso cuando decidí escribir esta novela, pensé ¿por qué no hago algo que va más conmigo? Entonces, la manera en que pensé esta novela fue como cuando uno conversa con sus amigos y se va por las ramas. Entonces, este es un árbol lleno de ramas. Estás hablando de un tema, y te preguntas, de qué estábamos hablando, y haces saltos. Esto es lo que ejemplifico como la conversación de amigos, cuando de un tema saltas a otro. También me pregunté si eso era lo correcto. Y más que tener una estructura o fin en esta novela lo importante era completar el personaje. Entonces, narro cómo es la evolución de este personaje que es un niño, y para eso necesito a muchos otros personajes. Cada uno de ellos cumple una labor que es la de completar al personaje central. La casa incluso el árbol, como los otros personajes, complementan y ayudan de alguna manera a crecer a este niño y es efectivamente lo que pienso que sucede en la vida real. Todos somos un pedacito de distintas cosas que interactúan con nosotros. Así que para mí era mucho más importante completar al personaje principal.

Efectivamente personaje principal es un niño. Pero llama la atención que los personajes no tienen nombres, sino que son llamados según la relación familiar que tienen con el protagonista: mi madre, mi padre, mi tío el mayor, mi tío el menor... Los únicos nombres que aparecen son los de los platos de comida: es lo único que nos hace ver que se trata de una familia coreana, porque podría ser de cualquier otro país. ¿Cuál es la intención al no nombrar a las personas ni lugares y solo las comidas?

El niño, que es el personaje principal, siempre se autodenomina como "yo", quien observa incluso antes de nacer el mundo, desde la relación amorosa de sus padres él comienza a observar. Desde siempre él fue un "espectador", entonces en su labor de espectador era importante hacerlo desde la relación que tiene con otras personas, porque no es lo mismo ser espectador de una u otra persona. Sin embargo, en Corea, generalmente, las personas de denominan no por su nombre si no que por la relación que tienen entre ellos, por ejemplo. Desde muy pequeña, yo hablaba de mi abuela materna, el abuelo paterno, y en el momento en que fallecían y estábamos en el funeral, recién nos enterábamos del nombre de la persona. Y como el personaje es un pequeño, es muy normal que no los nombre por su nombre. Y el tema de la comida es algo que me causó cierta dificultad. Para mí era muy importante escoger las comidas. Hay muchas escenas de comida y en esto puse muchos detalles.

Espectadores es un libro que opta por la perspectiva de un niño, que es quien relata la historia de su familia. ¿Por qué opta por la mirada de un niño?

Cuando hay que observar o dentro de la familia elegir quien podría ser el mejor espectador, creo que lo mejor son los ojos de un niño que se desconcierta. Es la mejor opción. Además que permite relatar el proceso de desarrollo a medida que va creciendo y va siendo espectador de su familia. Si no hubiese sido un niño, probablemente, habría escogido a un abuelo o una abuela. Son esos extremos donde las personas pueden quedar más confundidas, donde como espectadores pueden estar más desconcertados frente a lo que va sucediendo en su familia. Pero en coreano no existe el género en las palabras. Efectivamente es un niño varón, y me hacen mucho esa pregunta, pero escoger a un niño lo decidí, sobre todo, por la relación que esperaba que tuvieran los tíos del niño que también son hombres y por esa conexión es que eligí un hombre.

Ahí estamos entrando a los terrenos de la traducción. Y la suerte de contar con Carolina Jiménez, para entender mejor esta novela. Aparece la historia de un abuso infantil, una niña. ¿Cuál fue su intención al incluir esta historia?

El abuso infantil no es el enfoque principal del libro. Pero era importante que estuviera. De los crímenes que pueden existir, el abuso infantil es el que más odio. Constantemente me cuestionamiento qué tendrán estas personas que cometen este tipo de abuso en su corazón para realizar este tipo de acciones. Y además es un crimen que no desaparece, que está constantemente en muchos lugares siempre sucediendo. No se compara con una pelea de amigos en que se sale de control, sino que es algo que se hace en contra de estos niños que son brillantes, que no podrían provocar odiosidad a nadie, pero que sucede. Quería poner esta pizca de oscuridad, de decir que sí pasan muchísimas cosas buenas pero aun así hay muchos episodios muy oscuros que siguen sucediendo.

Doloroso y ese episodio me conmovió que fuera un abuelo que protegiera a esta niña. Sabemos que el patrón del abuso son cometidos por hombres, no entendemos qué les pasa a esos hombres que se ensañan con esas niñas.
Cuando se trata de escribir de este tipo de situaciones siento un peso muy grande, es algo que me cuesta mucho, pero que de todas maneras, para mí, como escritora, es mi deber mostrar los distintos aspectos de la condición humana. Hay aspectos muy buenos pero también existen estos otros crueles, que cuestan y que a veces me producen enojo porque no entiendo qué existe detrás de los corazones de estas persona. Trato de entenderlos para dejarlo plasmado en mi escritura, pero son cosas en las que voy a seguir esforzándome por tratar de mostrar.

Espectadores es un libro realista. Sin embargo, hay un manzano que no dio frutos durante mucho tiempo y aquí cuenta su historia: Pág. 163
¿Por qué quiso que el manzano fuera un personaje más dotado de personalidad?Efectivamente traté de poner muchos objetos en la historia. Por eso le di tanta importancia al árbol, a la casa en sí, a una mesa... porque siento que estos objetos que acompañan a la familia son parte de la historia de la familia. No es simplemente una mesa, sino que es la mesa que le gustaba a mi mamá, la pieza donde crecí era de esta manera y esto influyó en la manera cómo crecí. Por eso digo en boca de mis personajes que crecieron en una pieza con una ventana o una sin ventana. Me sentí como si fuese una arquitecta ya que dibujé muchas veces la estructura de la casa, lo que se iba a ver desde cada una de las piezas. Hice este trabajo de imaginarme completamente la casa donde iba a desarrollarse esta historia ya que es una historia importante la que entregan estos objetos del hogar, que contribuyen a la historia de las personas. En ese sentido, el árbol tiene esta personalidad, porque así como quería que el niño fuera el "espectador" de lo que ocurría con todas las demás personas, yo quería que el niño también tuviera a su propio espectador. Entonces, el árbol y el niño crecen juntos, y en ese sentido, el árbol es el espectador del niño. Y puede que no haya sido un árbol podría haber elegido otro objeto, pero eligí el árbol, y lo planté en el patio de la casa.

Es justamente el único aspecto que sale del realismo, acercándolo al realismo mágico de Latinoamérica. Hablemos de sus referentes literarios, una pregunta que hacemos a los autores latinoamericanos pero que no hemos hecho a otros escritores coreanos.
Quisiéramos que nos compartiera esas voces que son parte de su universo lector.

Es una pregunta muy difícil porque podría nombrar a 20 personas. Desde muy pequeña todos los libros coreanos que leí tuvieron de alguna manera influencia en mi escritura. Hay una autora coreana que se llama "Ho Yong hee", que es un gran referente literario para mí. También tengo experiencia leyendo libros latinoamericanos, como a Gabriel García Márquez o a Isabel Allende, y muchas veces leyéndolos pensaba en que estaban escritos de una manera tan mágica y maravillosa que me preguntaba si podría algún día escribir así.

Y con esas búsquedas de lecturas vamos a despedir a Yoon Sung Hee y agradecerle que haya conversado con nosotros en Vuelan las plumas.

Cuando primero lancé Espectadores, muchas personas me comentaban que mi libro tenía mucha influencia latinoamericana. Me siento cercana a esta literatura. Muchas gracias. Estoy agradecida de la posibilidad de contactarme con los auditores de este programa.

Entrevista realizada por la periodista Vivian Lavín, martes 13 de abril de 2021.

Agradecemos la traducción de Carolina Jiménez y al Korean Literature Translation Institute por el apoyo de este ciclo en Vuelan las Plumas en el año 2021.