Entrevista a Delia Domínguez y Jaime Huenun

Voces hermanas de la tierra

Dijo Pablo Neruda: "Compréndase que por naturaleza, por formación ecológica, la poesía de Delia Domínguez, osornina, de los bosques de Osorno, es atrevida y descalza; sabe caminar sin miedo entre espinas y guijarros, vadear torrentes, enlazar animales, unirse al coro de las aves australes sin someterse al tremendo poderío natural para conversar con tristeza o con amor con todos los objetos y los seres. Mi amiga silvestre, criada entre los avellanos y helechos antárticos, domina la relación humana con la ternura que adquirió aprendiendo y defendiéndose de la soledad. Yo quiero mucho a Delia Domínguez y quiero que la quieran, que la deseen, que se alimenten de las sustancias infinitamente fragantes que nos trae desde tan lejos". Con estas palabras, Delia Domínguez no necesita presentación.

Gracias, por traer a la mesa esa suerte de testamento que Pablo me dejó un par de semanas antes de su partida de la Tierra, porque él no ha muerto, él está vivo. En su camita de enfermo me dictó unas cosas bien impresionantes. Cuento una intimidad. Pablo me preguntó: "¿Cómo se va a llamar el libro que vas a publicar ahora?". "Bueno, respondí, Por el Canto se conoce el Pájaro. "¡Pero, por Dios!, dijo, es muy atrevido, muy desafiante, después van a funcionar con el pájaro pa' allá y con el pájaro pa´ acá... ". Yo le dije que a mí me gustaba y él me pidió que le mostrara el libro, lo miró y de pronto exclamó: "¡Pero, hija! Ahí está el título: El Sol mira para atrás, refiriéndose al primer poema. Finalmente, le respondí: "Por ser vos quien sois voy a aceptar esto". Para ese libro me escribió ese testamento de amor paternal y para mí fue el regalo más grande que pude tener de Pablo.

Ese gran cariño que Pablo Neruda le profesaba se reproduce también en la relación de Delia Domínguez con otros artistas o escritores. Por ejemplo, con Isabel Allende o Claudio Bravo. También ha sabido replicarlo con otros poetas más jóvenes, como Teresa Calderón o Jaime Huenún. La llaman mama ocllo o la mama butahuillimapu... ¿Qué ha significado para usted, Jaime Huenún, ser arropado por la poesía por Delia Domínguez?

Sin conocernos, cuando yo era un poeta absolutamente inédito, Delia incluyó un fragmento de mi poema Ceremonia del Amor, en su discurso de ingreso a la Academia Chilena de la Lengua. Yo creo que los poetas, de alguna manera, estamos siempre buscando el cariño de otros poetas, el afecto, también la reprimenda... ¿Por qué no? Los poetas aprendemos también de las correcciones que nos pueden hacer los poetas mayores o menores, porque también hay poetas menores que son muy sabios. En el caso de mi amistad con Delia, ha sido
no sólo una amistad por la poesía, sino también por un territorio común que compartimos, que es toda la zona de Osorno. Yo soy un mapuche huilliche, es decir, "hombre del sur". Toda mi parentela está en San Juan de la Costa, San Pablo, lugares que cruzan los ríos
Rahue, que antes se llamaba Huenuleufu, que quiere decir "Río del cielo" y, localidades como Trumao, Quilmahue, Quilacahuin... Todo esto está presente en mi poesía y en la suya. Delia ha apoyado permanentemente a los poetas de esa zona. 

Vamos a la tribu literaria, Delia. ¿Cómo se da este cariño entre ustedes? ¿Son la excepción o existen más apadrinamientos de este tipo en la poesía chilena actual?

Con todos los años de circo que tengo en las arenas literarias, he visto odiosidades grandes, espíritu de competencia y afán de publicidad. Pero he aquí la excepción maravillosa y creo que, como decía Jaime, la limpieza de nuestro cielo, de nuestras aguas, de nuestro aire, las raíces comunes que tenemos, nos unieron con un amor indestructible. Somos una excepción. Con mi modesto afán de eternidad o de sacarle un poco el quite a la señora muerte, siento que en la voz de Jaime, de Graciela Huinao, de Pablo Huirimilla y de tantos otros poetas mapuches, huilliches o chonos, va a estar la voz de la Delia un poco mezclada y respaldando la sabiduría de mis niños

A Delia Domínguez la poesía le llegó de manera inesperada, a los siete años, nada menos que encerrada en un armario, castigada por monjas alemanas. Era una niña sola, huérfana desde los tres. ¿Cómo le llegó la poesía a Jaime Huenún?

Yo soy el mayor de once hermanos de una familia humilde, por lo que ahí no había mucho espacio para crear soledades, ni tranquilidad... La poesía, en mi caso, se dio como una posibilidad de abrirse a la imaginación en ciertos espacios como el colegio, las caminatas que uno podía hacer en soledad por las vías férreas que circundaban mi barrio, las visitas que hacíamos al río para bañarnos o pescar, subir al cerezo corazón de paloma a comer los frutos de la temporada... Todos ellos eran actos poéticos, cotidianos, que poco a poco tomaron cuerpo en la palabra escrita. Gracias al estímulo también de ciertos profesores porque en mi casa, como ocurría en ese tiempo, no había muchos libros, básicamente textos escolares que entregaba la educación formal donde escasamente se encontraba uno que otro poema de Gabriela Mistral o de Neruda. Eran, además, tiempos complicados en lo político. Por lo tanto, eso se traducía en una educación un tanto sesgada para todos nosotros, los niños de escuelas públicas... Entonces fue que, rasguñando, buscando y sondeando en diferentes tipos de lenguajes, en diferentes formatos de publicación, empecé a configurar la idea peregrina y peligrosa de convertirme en poeta... esa conversión que es casi sacerdotal.

A diferencia de su libro Ceremonia, que tiene una poesía más conectada con sus raíces, en Puerto Trakl aparece allí, Jaime, la clásica visión del poeta maldito.

Se trata de un libro publicado el año 2001. Un libro breve, compuesto por fragmentos de poesía y que hace alusión desde el título, a un poeta austríaco llamado George Trakl, fallecido muy tempranamente... un suicida. Puerto Trakl no es, por lo tanto, un puerto real ni tampoco un libro alegre. Es una metáfora de un paisaje físico y humano. Esa errancia, ese exilio, ese entrañamiento que está muy presente en este libro, da cuenta de lo que pasaba por la cabeza de este poeta que se llamaba Jaime Huenún, en esos años. Yo me sentía un extranjero, como muchos en mi propio país. Soy un indígena y éramos dueños de todo el territorio que hoy conforma este país y también parte de Argentina. Resulta que a comienzos de siglo ya no teníamos prácticamente nada. Entonces estábamos, de alguna manera, acorralados en ciertos espacios vivenciales, existenciales, culturales y todo aquello me empujaba a refugiarme en los márgenes de la urbe, de los pueblos, las aldeas.... en esos refugios, que son los bares y las cantinas de pueblo, donde nadie tiene patria. Todos los ebrios, los alcohólicos han perdido hace mucho tiempo no solamente el respeto sino, también, su familia y su nacionalidad. 

Jaime dirige la Revista Pewma, que significa "El Sueño", un medio de comunicación que da la lucha por la reivindicación de los derechos de los pueblos indígenas. Sobre la matanza de Forrahue de 1912, "lugar de los huesos", Jaime dice: "Todavía queda una cicatriz en la memoria de los viejos huilliches de la costa de San Juan de la Costa. Cuentan ellos, los caciques Aiyamanque, abuelo Gamín, que en las noches de cerrazón se arrastra la carreta de Juan Acum. Acum, uno de los primeros en caer. Dicen que en la carreta van los muertos de Forrahue, sin morir aún del todo, y que los bueyes fantasmas avanzan y retroceden haciendo un círculo en la noche, confundidos por el clamor de los moribundos". En ese dolor ancestral, ¿es la poesía la sanación?

La poesía de los autores indígenas en este país constituye un acto ceremonial, de memorización, no de reivindicación propiamente tal. La memoria no solamente de los tiempos antiguos cuando se corría libre por los campos del sur, sino que también de los momentos dolorosos, como la llegada de un Estado invasor que a sangre y fuego ataca a estos pequeños grupos humanos que no tenían armas, ni dinero ni abogados para hacerles frente. Creo que la poesía cumple un rol de limpieza, de sanación. No cumple un rol de limpieza étnica, para nada. Pero, de alguna manera, nuestra poesía, la de los autores mapuches y huilliches, se sitúa en su lugar, en el lugar que le corresponde a una cultura que no ha muerto, que ha aprendido a sobrevivir, a adaptarse y que no se ha dejado dominar en lo más profundo. La poesía que estamos escribiendo es una poesía germinal que brota con mucha fuerza. Así, entonces, se publicará luego La Memoria Iluminada, una antología de poesía mapuche contemporánea que será publicada por los españoles interesados "ahora" en nosotros. Será bilingüe, porque como decía Neruda: "Los conquistadores se llevaron todo el oro, pero también nos dejaron el oro". Se llevaron el metal noble, y nos dejaron las palabras. Nosotros hemos hecho carne esa premisa. Nuestro único oro hoy es nuestra memoria, nuestras palabras, nuestro paisaje, la oralidad, el rastro de nuestras vidas pasadas en la memoria de nuestros viejos.

Hay una característica en la poesía de Delia Domínguez, en la que los críticos repararon muy tempranamente: es una de las pocas poetas en nuestro país que no anda llorando ni se lamenta de amores. Ella dice que "vive amilagrada". Y pareciera ser cierto. La prestigiosa editorial norteamericana White Pine Press publica su libro Woman Without Background Music, Mujer sin Música De Fondo. ¿De qué manera se vive tan amilagrada para ingresar al mundo académico norteamericano por la puerta ancha?

Yo no conozco Estados Unidos. Fui hasta México cuando estaba en la Revista Paula, hace ya muchos años, pero le tenía terror a los aviones. Una vez, me quisieron mandar a Isla de Pascua, y dije: "No, porque no vuelo atravesado. Vuelo para arriba o para abajo, pero no para el lado"... luego, se me pasaron los años ...y a Estados Unidos llegué por la escritora Marjorie Agosín, que enseña en la Universidad de Massachussets, quien que me tradujo porque, según ella, mi poesía representa la "identidad andinoamericana chilena étnica". Ella preparó esta antología en español e inglés que lleva un título antiguo, que yo tenía desde 1972, cuando agarraba el tren a Osorno y veía poblaciones tan pobres y las mujeres revolviendo su ollita, y siempre pensaba: "Estas mujeres no tienen música de fondo". Este libro se iba a llamar Mi Abuela tocaba el Piano con Sombrero, pero me llamó el editor de Nueva York y me dijo: "Mire, la portada es un piano y la foto de la abuela (... no me vaya a tirar las patas esta noche por recordarla)... perdóneme, pero lo hallo un título muy inadecuado para poesía... si usted fuera cuentista o novelista sería estupendo, pero ¡cómo le va a poner que la abuela tocaba el piano con sombrero!". Entonces le dije que buscara un título en mis escritos antiguos y así salió este... cuando Isabel Allende me estaba haciendo el prólogo del libro Clavo de Olor supo la noticia y se alegró y le dije que esto me pasaba porque vivía "amilagrada" y, entonces, a ella le encantó la palabra y me la pidió prestada. Yo le dije que no se la prestaba, que se la regalaba.

¿Qué importancia tiene la religión en tu poesía, Jaime?

Yo creo que todos estamos traspasados por elementos de la religión cristiana. Los pueblos indígenas de América, especialmente los indígenas del sur de Chile, tienen una experiencia entre gozosa y traumática con la religión católica y, desde hace algunas décadas también, con las religiones protestantes. Sin embargo, bajo el barniz de las nuevas religiones habita una religión propia, una manera auténtica de entender la existencia, el curso de los astros, hacia dónde se van los antepasados... y cuando llega otra cultura, que en este caso es una cultura de corte occidental, lo hace despedazando, aniquilando, anulando todo lo indígena. Sólo basta recordar los códices de los pueblos aztecas, maya-quiché, donde había una gran cantidad de conocimiento, de sabiduría que había pasado de generación en generación y que fue destruida por sacerdotes católicos españoles, por gobernadores, por conquistadores, pensando que ahí estaba la voz de Satanás. En mi poesía, obviamente, hay un cruce que es la religión judeo-cristiana. Sin embargo, estas creencias más antiguas, más difíciles de aprender, más difíciles de descifrar, tienen que ver con pulsiones, con "supersticiones", como les dicen hoy. Yo, al igual que muchos mapuches, creemos en los signos naturales, creemos que si un pájaro nos canta de tal manera, eso significa algo, creemos mucho en los sueños... los pewmas, que no son cualquier sueño, se trata de la otra vida, tan verdadera como ésta y que influyen en la vida "real", cotidiana.

Delia, usted se confiesa cristiana, católica, y en un poema de Clavo de Olor, que es prácticamente una plegaria, dice: "Óyeme pues, Jesús, la revoltura de maldades que rastrillan mi alma como cualquier mujer viviente y deslenguada, suelta de cuerpo, al aire libre". ¿De qué manera influye su creencia, su fe en su poesía? ¿Es muy difícil profesar la religión en el mundo de los poetas de hoy?

Para mí no es nada de difícil. Soy una mujer de fe, de una fe profunda, y pienso que en cada signo de la naturaleza: en los volcanes, en los lagos, en el canto de los pájaros del que hablaba Jaime, hay anuncios y presencias que yo las vivo y me acompañan en la vida de campo, y que yo siento como la presencia de Cristo-Dios porque es el Cristo que murió y que fue clavado, no el puro Dios de allá arriba no más... Yo pregunto, ¿dónde está Dios?, y siempre Dios me responde con señales, con sueños como hablaba Jaime, que yo después los puedo comprobar... hay una persona que me pobló la vida y que se llamó la Rita, la Rita sin apellido, y que ya va pasando por tres libros míos... Todo empezó en una Misa de Domingo, en la capilla del campo, cuando estaba oficiando un cura alemán y entró Rita, que tenía su cabeza así, al revés, y entonces, en la mitad de la misa grita: "¿Quién es humilde aquí? Pero el cura se hizo el leso. ¿Quién es humilde aquí? Y las señoras empezaron a ponerse nerviosas, cuando el cura se dio vuelta y le dijo: "Rita, ándate para afuera". Esta era la Misa Dominical, ya más piedad imposible. Como era mi amiga (la conocía desde chica), le dije: "Oye, Rita, vamos para afuera", y me dijo: "Me vas a llevar...¿Y tú, eres humilde? Entonces, me quedé callada, no fui capaz, ni loca, para qué le iba a mentir a Rita. Eso lo conté en un libro anterior, cuando Rita todavía estaba en este mundo terrestre. Y ahora, hará dos años, cuando llegué de Santiago y me contaron que Rita había muerto porque un grupo de señoras de la beneficencia la llevaron a un siquiátrico, y se murió de pena... en el libro que estoy preparando va a haber un réquiem, porque resucitó.