Escrito por Vivian Lavín

Saludos navideños y un chiste peligroso

Vivian Lavín reflexiona en torno a la figura Donald Trump y el cambio cultural que puede significar su forma de ser y hacer política.

Peggy Whitson posteó en Instagram una fotografía el 24 de diciembre. Lo hace a menudo y esta vez tiene puesta la clásica gorrita pascual y unos calcetines con motivos navideños. Es su particular forma de hacerse parte de esta celebración planetaria que es la Navidad, aunque ella no esté en la Tierra. Porque Peggy es una astronauta estadounidense y en estos momentos está en la Estación Espacial Internacional. Es parte de una misión de seis astronautas, que es el máximo que puede albergar a la vez este centro de investigación multinacional, situado a 400 km. de altura. Se trata de una destacada doctora en bioquímica que, como astronauta, tiene el record de ser la mujer con más Actividad Extra Vehicular, es decir, la que más horas ha estado fuera del entorno de la Estación, donde ha vivido también cortas temporadas desde el año 2002, cuando por primera vez llegó al espacio. En su bitácora, suman más de 380 días en el espacio, donde uno de ellos fue la Navidad de 2016. Ataviada con los simbólicos atuendos pascuales Peggy se hizo parte de esta celebración universal enviando un mensaje de Feliz Navidad.

Para cuando esta astronauta regrese a Tierra, muchas cosas habrán cambiado. Particularmente, en su país de origen, donde habrá asumido la presidencia Donald Trump, cuyo influjo, a menos de un mes de asumir el cargo, ya se siente.

No sabemos mucho de cómo enfrentará Trump el programa espacial que, ya sabemos, tuvo su punto de partida en la carrera armamentista entre Estados Unidos y la Unión Soviética hace décadas. Esta vez, a 25 años de la caída de la URSS, las relaciones han cambiado pero la particular amistad entre Trump y su similar ruso, Wladimir Putin, con quien comparte delirios de grandeza y mutua hostilidad hacia China, es probable que asuman trabajar esta vez unidos con tal de ver humillada al gigante asiático.

Porque esos son los valores de Trump: vencer y humillar. Ha sido denunciado por su maltrato a las mujeres, a los inmigrantes y a todo aquel que se interponga entre él y el objetivo de turno que se haya trazado.

En un conocido talk show, el presentador Jimmy Kimmel presentó a su invitado Donald Trump una suerte de libro infantil titulado Los ganadores no son perdedores y le puso la firma de Trump. Era una parodia, que muchos han creído verdadera. Fue el mismo Kimmel, quien hizo de escritor fantasma y le leyó en cámara lo que escribió frente a su amplia audiencia. Si bien Trump es autor de varios libros en los que presume de su particular manera de hacer dinero con consejos para otros como él, ávidos por la riqueza, este texto tenía como destinatario a otro tipo de público, como son los niños. Lo grotesco es que pone a una caricatura de Donald Trump junto a una niña y un niño, a quienes va explicándoles qué significa estar en ese nirvana estadounidense llamado el equipo ganador. Un relato escrito en versos breves que riman y con dibujos que recuerdan a Dr. Seuss, el clásico infantil de la cultura norteamericana, que convierte a Mr. Trump en un personaje lúdico que le va enseñando a los menores su manera de ver el mundo y los invita a elegir respecto del tipo de personas quieren ser: ganadoras o perdedoras. En su particular paseo junto a los niños, se burla del señor oso que anda en un auto viejo; de un perro que tiene una casa destruida; a la langosta la mete en una olla hirviente y a las ranas les da un gran puntapié lanzándolas lejos y promete construir una gran muralla para no verlas más. El mensaje final es que siguiendo sus consejos, amasarán sendas fortunas y tendrán a las personas a sus pies... Insisto: el libro no existe aunque muchos lo buscaron en Internet para regalarlo a sus hijos, fue solo una parodia que buscaba sorprender a Trump y hacer reír a la audiencia, como acostumbra a hacerlo la televisión en ese país. Sin embargo, no sería raro, que en pocos meses viéramos al que será en breve Presidente de Estados Unidos convertido en un autor infantil, con tal de conquistar nuevos públicos y seducirlos con su perorata, como ya lo hizo con los adultos. Y aunque esto parezca un mal chiste, lo cierto es que muchas situaciones que hoy aparecen como remedos o burdos simulacros con la sola pretensión de hacer reír y elevar los niveles de sintonía, en poco tiempo más se irán haciendo realidad junto a un personaje que no respeta regla alguna. Su inédita intervención en la política exterior estadounidense hace escasos días, en torno a la censura del Consejo de Seguridad de la ONU respecto de los asentamientos que propicia el Estado de Israel, son prueba de que este presidente electo no tiene límites. Su advertencia desde Twitter en cuanto a que las cosas cambiarán en la ONU a partir del 20 de enero, no es una broma.

Quizás le haría mejor a la astronauta Peggy Whitson quedarse mucho más tiempo allá arriba y observar a la Tierra, en especial a su país desde esa altura, con la posibilidad de admirar una puesta de sol cada una hora y media...un espectáculo más bello que el que tendrá acá abajo en los tiempos venideros que serán muy duros para los soñadores.