Entrevista a José Miguel Varas

Con el "gorro" de periodista y escritor

José Miguel Varas partió tomando la escritura “para la chacota”, cuando fundó en el año 1941, junto a sus compañeros del Instituto Nacional, el periódico El Culebrón. El lado serio de su vocación literaria se fue gestando, sin embargo, junto a su maestro Ernesto Boero, en la Academia de Letras del mítico establecimiento, donde escribió textos que denominó tímidamente Goteras. Se asomó a sus 18 años con la novela Cahuín bajo el brazo, cuya impresión costeó con la venta de la misma máquina que utilizó para escribirla. Disciplinado, como buen hijo de militar, asumió la vocación política y, para ello, no dudó en tomar el lado de los perseguidos.

José Miguel Varas partió tomando la escritura "para la chacota", cuando fundó en el año 1941, junto a sus compañeros del Instituto Nacional, el periódico El Culebrón. El lado serio de su vocación literaria se fue gestando, sin embargo, junto a su maestro Ernesto Boero, en la

Academia de Letras del mítico establecimiento, donde escribió textos que denominó tímidamente Goteras. Se asomó a sus 18 años con la novela Cahuín bajo el brazo, cuya impresión costeó con la venta de la misma máquina que utilizó para escribirla. Disciplinado, como buen hijo de militar, asumió la vocación política y, para ello, no dudó en tomar el lado de los perseguidos. Se unió, así, a las filas del Partido Comunista a fines de la década del ´40 y después del Golpe Militar aceptó el llamado de Volodia Teitelboim para ser parte de Escucha Chile y Radio Magallanes, esos programas donde su voz gruesa y solemne se hizo característica a través de Radio Moscú. Fueron años en los que la literatura debió esperar. Y como si de recuperar el tiempo perdido se tratara, terminada la Dictadura, y hasta hoy, no cesa de publicar, por lo que ya ha superado la decena de libros. La recompensa llegó con el Premio Nacional de Literatura 2006.

No deja de llamar la atención, que un hombre de fuerte compromiso político con la izquierda sea hijo nada menos que de un Coronel de Artillería, un militar atípico que, además, era escritor.

Mi padre era militar, un oficial de Ejército bastante atípico, en el sentido que tenía una gran preocupación por la literatura. Mi casa estaba llena de libros. Mi madre era una gran lectora, también, y no era raro que durante la hora del almuerzo se conversara sobre algún tema relacionado con los libros...de manera que esto produce contagio.

¿Qué leía su papá? ¿Que tipo de libros había en su casa: ensayos, libros históricos, novela, poesía?

Había algo de historia, poesía también pero más que nada novela y cuento, que era lo que le gustaba leer a él. Entre sus autores preferidos estaba Anatole France, un autor francés muy importante a comienzos del siglo XX, a quien Marcel Proust retrata llamándolo Bergotte en En busca del Tiempo Perdido. También leía algunos españoles, como Baroja o Blasco Ibáñez y, luego, los rusos. Yo creo que la gente joven (digamos, de esta época) no tiene idea de la importancia que tenía la lectura de los libros de autores rusos de fin del siglo XIX y comienzos del XX en Chile. Era una lectura común: Dostoyevski, por sobre todo, pero también los clásicos como Tolstói, Chéjov... En fin, podría dar una larga lista.

¿Usted desliza la idea, o "tesis", de que no todos los milicos son "brutos", como lo señala el prejuicio general?

Esa no es una tesis, es un hecho innegable. Hay gente que tiene un antimilitarismo de carácter irracional y eso no se justifica, a pesar de las experiencias sufridas. Hay que pensar que la oficialidad de las Fuerzas Armadas constituye, en cualquier país y en este también, una intelectualidad. Es un sector de la sociedad a la que se le ha encomendado la tarea nada fácil de garantizar la seguridad de sus fronteras, la defensa nacional, por lo que debe hacer un prolongado estudio. En realidad, los militares se lo pasan estudiando. Ahora, hay un aspecto en la profesión militar para quien se coloca en un plano de una moral cristiana abstracta, que resulta difícil de tragar, porque la profesión militar consiste en aprender a matar de una manera eficiente al enemigo. El problema empieza con la definición del enemigo: cuando se confunde el enemigo, el interno con el externo, ahí vienen las dificultades, y cuando se cree que el enemigo son los compatriotas, los que viven en el mismo país.

El tema militar tiene profunda actualidad en el Chile de hoy. Vemos, por ejemplo, a la Presidenta de la República, abrazando y llamando a uno de los ex integrantes de la Junta Militar como "tío Fernando", en un proceso de reconciliación que no es igual en toda la sociedad. ¿De qué manera se ha dado esta reconciliación en su propia vida?

Mi padre murió diez años antes del Golpe Militar, pero no tengo la más mínima duda de que él jamás lo habría apoyado. Él tenía una idea bastante negativa de una serie de aspectos de la vida militar y, cuando recién se retiró, hablaba, con alguna frecuencia, de escribir su experiencia en las filas con el título de Treinta Años en el Infierno. Nunca lo hizo, porque había algo contradictorio en su posición y en su sentimiento. También había una lealtad y una pertenencia a un grupo determinado. Pero él era sumamente crítico de la profesión militar y, sobre todo, de la intervención militar en la vida política. La reconciliación es un proceso largo, no está completo, tampoco creo que las Fuerzas Armadas hayan completado necesariamente, como quien dice "el examen" y "la purga" de sus errores históricos gravísimos.

¿Qué pasó luego con José Miguel Varas y el sistema comunista? ¿Cómo se produce esa desilusión que lo lleva, finalmente, luego de treinta años de militancia, a renunciar a las filas del Partido Comunista?

La pregunta es: ¿qué le pasó al sistema comunista? Los países socialistas europeos sufrieron un proceso de deterioro gradual al comienzo, y después más acelerado, que resultó inexplicable, incluso, para la CIA . La URSS , que parecía sumamente sólida en muchos aspectos, se cayó como si fuera un castillo de naipes. El socialismo produjo cambios muy importantes, como una serie de derechos esenciales que el capitalismo nunca ha garantizado para toda la población, como la atención médica, la educación, la vivienda barata. Pero, evidentemente, tenía fallas intrínsecas que fueron erosionando todo el sistema. Se podría decir que el sistema establecido, en algún momento, se convirtió en un freno para el desarrollo económico y que no fue capaz de mantener el ritmo necesario, sobre todo, en cuanto a la elevación del nivel de la tecnología. Pero la erosión fue, fundamentalmente, política. La URSS era un país riquísimo, con petróleo, con todos los metales posibles y, con una base industrial enorme, pero de pronto se perdió la fe y en esto influyeron varias cosas. Yo creo que fue muy exitosa la propaganda anti-soviética que venía del exterior, fundamentalmente, a través de la radio. La política aplicada por Gorbachov llamada "Glasnost", que se traduce erróneamente como "transparencia", pero que significa "hablar en voz alta", ventiló de manera muy intensa a través de la televisión, todos los días, no solamente las barbaridades y crímenes cometidos en el período de Stalin, sino también, los defectos, la corrupción y los desastres del período de Brezhnev. Después, vino ese período de transición que fue horroroso, en que yo creo, como lo decía un comentarista norteamericano, se farrearon todo lo bueno que tenía la Unión Soviética, en un período bastante breve y llevaron la economía del país al desastre. Una amiga ingeniera, muy joven, lo resumió diciendo: "nosotros nos imaginábamos que después de terminar el Sistema Soviético íbamos a vivir como en Suecia, y estamos viviendo como en Pakistán". Es una manera dramática de decirlo.

¿Qué cosas puntuales lo llevaron a decir: "no, ya no doy más. Esto es un punto de no retorno"?

Es difícil encontrar ejemplos puntuales, pero hay una reflexión que yo me hice bastante antes de que se precipitara la crisis del socialismo. Es una reflexión muy simple: "¿quiero yo este tipo de sistema para Chile?". Mi respuesta fue: "no, no quiero, yo quiero otra cosa. Quiero socialismo en Chile, sí, pero tiene que ser de otra manera".

En usted es muy interesante la relación literatura-periodismo. ¿Cuándo empieza el periodista y cuándo el escritor? ¿Cómo se da esta dualidad?

Yo me dediqué como una condena a escribir cuentos todas las semanas cuando estaba en el diario La Época. Fue un desafío muy útil ya que me obligó a aplicar la disciplina periodística a la literatura, que es muy estricta: hay que entregar a determinada hora y, si no se hace, no se cumple la tarea. Y los escritores, tradicionalmente, pueden estar meditando varios días delante de la página en blanco. Los periodistas no pueden permitirse ese lujo porque la página hay que llenarla, y hay que hacerlo antes de las cinco de la tarde. Esa disciplina de no crearse muchos problemas y de empezar a hacer algo, salga como salga, es importante para mí. Luego, el periodismo siempre está ligado a la tarea colectiva de un medio, por lo que no hay confusión: uno se pone el gorro de periodista y, después, a cierta hora, se puede cambiar de gorro y se pone el de escritor.

Pero en su escritura se aprecia el trabajo periodístico que produce cierta inspiración para luego hacerla ficción, ¿no?

Sin duda. Sin duda alguna.

Y esas ideas... ¿cómo se hace para que no se vayan en el momento en que se está con el gorro de periodista?

No conozco el funcionamiento interno de las neuronas, pero de alguna manera ocurre eso. O sea, uno empieza a partir de un hecho real y, de pronto, empieza a darle vueltas y a pensar: "esto que me contaron o esto que me pasó, o esto que supe"... da para cuento. El límite entre cuento y crónica, a veces, es un poco borroso, no es tan absoluto. Hay escritores, como uno que yo admiro mucho, que es el siciliano Leonardo Sciascia cuya especialidad ha sido escribir y denunciar a la mafia. Sus novelas y sus cuentos sobre la mafia empiezan como una crónica y terminan siendo ficción o viceversa. Hay una novela que se llama El Día de la Lechuza, que es una crónica, y también es, rigurosamente, una novela.

Usted ha confesado que se ha sentido algo fuera del mundo de los escritores o, por lo menos, así lo dijo en una entrevista...

Uno se va de lengua últimamente...

Y también ha dicho que ha sido mirado con cierta desconfianza por el periodismo. Usted ha sido muy importante dentro de la literatura cumpliendo un rol, justamente, como periodista, por ejemplo, cuando se desempeñó como editor en el diario El Siglo donde descubrió, nada menos que a Tito Monterroso, a ese pequeño gran gigante de las letras guatemaltecas...

El era un escritor que estaba exiliado en Chile. En Guatemala (esto ya no lo recuerda mucho la gente), hubo una intervención norteamericana armada, financiada por Estados Unidos en 1954. Estaba en el gobierno el Coronel Jacobo Arbenz, que era progresista de izquierda y que había iniciado una Reforma Agraria. No era un gobierno comunista pero sí de reformas avanzadas, y que además enfrentaba a la United Fruit Company. Monterroso, que era muy joven en aquel tiempo y tenía un cargo diplomático, debió salir del país y vino a dar a Chile, como podría haber caído en cualquier otra parte. Era de pequeña estatura, y una vez le preguntaron si todos los guatemaltecos eran como él. A lo cual respondió: "No, también los hay muy pequeñitos". Y él, más chico no podía ser... Sus amigos más cercanos fueron Manuel Rojas, Neruda y también Joaquín Gutiérrez, un escritor costarricense que vivió muchos años en Chile, que medía sobre el metro noventa y cinco...entonces Monterroso, decía: "Debido a que ando con estos amigos tan altos, se ha extendido la especie malévola de que yo soy muy chico". El no era muy comunista pero sí muy cercano a la izquierda y admirador de nuestro diario El Siglo y, en aquel tiempo, empezó a visitarnos con cierta frecuencia. Yo le pregunté si él tenía algún cuento apropiado para publicar en el suplemento dominical y, él, desde luego, con muy buena voluntad, me entregó el cuento Míster Taylor, que era inédito. Allí se publicó por primera vez...y es un cuento muy curioso, que trata de unos norteamericanos que empiezan a hacer el negocio de vender cabezas reducidas, esas cabezas que algunos indígenas de la parte norte del continente sudamericano hacen colocándole en su interior piedras calientes para jibarizarlas...

En la introducción de su libro Neruda Clandestino, en el que recoge una de las historias más increíbles de nuestro Premio Nobel, cuando Pablo Neruda huye a través de la de la dictadura de González Videla, usted dice: "A caballo como corresponde, entre la novela y la historia, entre la literatura y el reportaje". ¿Qué aspectos son los de mayor interés en esta aventura para novelar?

La vida real fue novelesca. Para Neruda creo que esa huida a caballo a través de la cordillera fue "la aventura de su vida" y, además, fue donde pone en juego su compromiso con el pueblo, su compromiso político. Para mucha gente de mi generación se convirtió en un símbolo muy fuerte. Neruda hizo entonces una denuncia pública en el Senado en un famoso discurso que se llamaba "Yo acuso", y que se imprimió en hojas de periódico con una fotografía de mineros en la portada, porque denunciaba la represión en la zona del carbón bajo el régimen de González Videla. Luego, se publicó en el diario El Nacional de Caracas, en Venezuela, y fue acusado de traidor a la Patria. Cuando ya estuvo claro que el desafuero se aprobaba, lo cual significaba que había una orden de detención, decidió "fondearse" (como dicen hoy en día), y pasó a la clandestinidad. Ese período, lo pone a él frente a experiencias completamente nuevas que lo llevan a declararse en rebeldía, como no presentarse a los tribunales, no aceptar ser detenido y huir del país. El libro es la historia de esta aventura.

Este período fue bien interesante, ya que Neruda escribe Canto General. ¿Cómo se produce la relación entre esos dos hechos?

¡Exacto! Es fantástico pensar cómo él, que estaba clandestino, sometido a condiciones de gran incomodidad, impedido de salir a la calle y cambiando de domicilio con cierta frecuencia y, sin embargo, mantenía paralelamente una rigurosa disciplina de creación literaria. ¡Es notable! Además, se trata de un libro muy extenso. El Canto General es más voluminoso que todo el conjunto de sus obras anteriores hasta esa fecha, es decir, el total de la poesía que él había escrito y publicado hasta el año 1948 ó 1949.

Aquí tuvo un rol muy importante "La Hormiguita", Delia del Carril. Me gustaría que hiciera referencia a ella, quien prácticamente quedó en el olvido y es necesario rescatarla como artista. No podemos olvidar sus maravillosos caballos, como tampoco su rol como puntal de Neruda, ¿no?

Yo creo que sí. Ella era una de las pocas personas a las que Neruda ocasionalmente le consultaba algo y, además, era la única a la cual él le pasaba sus poemas. El investigador inglés Robert Pring-Mill, que murió hace dos años y era un gran conocedor de la poesía de Neruda, en especial de el Canto General, revisó cuidadosamente los originales que se conservan, y en varios de ellos constató correcciones de la mano de "La Hormiga". ¡Cosa notable! Es la única persona, fuera de Neruda, que de alguna manera participó en el proceso de creación. Yo discrepo en cuanto a que esté olvidada, pero sí probablemente su exposición pública ha sido menor. Fernando Sáez escribió una muy buena biografía y Virginia Vidal, otro libro que la reivindica como artista verdaderamente extraordinaria.

También se dice que ella fue la que "le elevó un poquito el pelo" a Neruda.

Claro, pero además es la transformación de ella, increíble, porque se convierte en bolchevique, se hace comunista bastante joven.

Y mientras Neruda hace el camino contrario.

...¿Contrario en qué sentido?

Se aburguesa.

Sí, se puede decir así, de una manera que puede estimarse peyorativa, pero claro, aprende muchas cosas en cuanto a modales. Neruda con sus amigotes de bar del período de bohemia de los años ´20, era mal hablado, cosa que yo, que lo conocí hace muchos años, jamás le oí decir una mala palabra. Pero eso parece ser importante influencia de "La Hormiga", ya que cuando Pablo dejaba escapar una palabrota (y eso me lo han contado Lola Falcón y Luis Enrique Délano, que convivieron mucho con él en España y en otros lugares),"La Hormiga" le decía: "¡Pablo, le voy a traer jabón para lavarle la boca!". Eso es un detalle, pero seguramente él, a través de "La Hormiga", adquirió mucho roce, mucho conocimiento, tomó contacto con muchos artistas y con un mundo refinado que él ignoraba.

Ella lo introdujo en España en toda la intelectualidad de la época...

"La Hormiga" estaba en España cuando él llegó, y ella lo puso en contacto con todos los poetas de la generación del ´27 como Alberti, García Lorca, Rafael Hernández, y muchos otros... era una época maravillosa, de florecimiento.

Y el discurso de bienvenida a Chile, después de este período en la clandestinidad, le toca nada menos que a José Miguel Varas en 1952. ¿Cómo se produjo eso?

Son cosas que pasan. Neruda creó, en el año 1940, una organización llamada "Alianza de Intelectuales de Chile", cuya tarea consistía, fundamentalmente, en agrupar a los artistas e intelectuales solidarios con la República Española. Era una expresión de lucha contra el fascismo que venía galopando a toda velocidad por Europa. La directiva estaba descabezada, ya que algunos habían sido detenidos, otros habían emigrado y, por esas cosas que no se sabe cómo, me nombraron Secretario General y me encomendaron hablar en el acto de recibimiento que se hizo a Neruda en la Plaza Bulnes. Se congregaron unas cinco mil personas y, en un escenario dispuesto arriba de un camión, habló Neruda y otros que no recuerdo, yo no tengo idea qué pude haber dicho en ese discurso, salvo, hablar con entusiasmo.

¿No hay algún registro?

Pareciera que en la revista Pro-Arte hay una versión, pero no creo que haya sido muy genial. Era un discurso de recibimiento, encendido, de agitación, y, también, como una expresión de reconocimiento de una generación hacia Neruda como poeta, primero, y como símbolo civil.

Con toda esta cantidad de experiencias, ¿para cuándo estarán las Memorias de José Miguel Varas?

Es una tarea pendiente que quizás en algún momento emprenda. Pero tengo planes anteriores. Mi plan de trabajo incluye otras cosas... vamos a ver si alcanzo a terminarlo, porque ese es siempre el problema. Eso de vivir experiencias en momentos complicados me recuerda un proverbio chino, que dice: "Dios te libre de vivir en épocas interesantes". Mientras más interesantes son las épocas, más mal lo pasa la gente.